19/04/2024
06:52 PM

El orden de Dios

Henry A. Rodríguez

Es de sobra conocida la ineficiencia del aparato estatal hondureño para hacer frente a esta emergencia, que evidentemente lo ha desbordado, comenzando por la corrupción, pasando por la negligencia y desembocando en una indolencia casi surrealista. ¿Qué podemos hacer mientras no llegue una solución real?, y que además es urgente.

El magisterio de la Iglesia nos recuerda que las actividades humanas poseen una legítima autonomía, esto quiere decir que las cosas creadas y la sociedad misma gozan de propias leyes y valores que el hombre ha de descubrir, emplear y ordenar poco a poco (cfr.GS No 36).

Apliquemos estos principios del magisterio a nuestra triste realidad. En primer lugar, mientras no se efectúe en el país una eficaz campaña de vacunación es nuestra responsabilidad descubrir los medios inmediatos para evitar al máximo el contagio personal y comunitario. En segundo lugar, una vez descubiertos hay que emplearlos, no basta con conocerlos o compartirlos en las redes sociales, es necesario llevarlos a la acción.

El uso de mascarilla doble parece ser una de las alternativas más “económicas” y recomendadas por los especialistas para contrarrestar el contagio, y junto a las demás normas de bioseguridad son ahora más que nunca auténticas reglas de vida o de muerte. No esperemos que otros cuiden de nosotros mientras tomamos las decisiones equivocadas, la responsabilidad es de cada uno.

En tercer lugar, el magisterio nos habla de ordenar poco a poco las actividades humanas, la vida personal, familiar, social y política. Esto tiene un solo camino, respetar el orden establecido por Dios. Cuatro principios del magisterio iluminan el camino para saber cómo hacerlo. Primero que todo debemos recordar que no somos dueños del mundo o de las personas, cada criatura tiene su propio ser, que viene del SER de Dios y hacia Él se dirige.

Cuando nos damos cuenta de esto dejamos de abusar del mundo y de los demás, volviéndonos más respetuosos y conscientes de ser administradores, parte de un todo y no tiranos. Un segundo criterio es buscar siempre la verdad en todo lo que hagamos y deseemos, lo contrario es la mentira, la corrupción, el engaño y el fraude.

Cuando la mente, la boca y el corazón no se sintonizan lo humano se despedaza, dejando tan solo un animal que camina en dos patas y es capaz de hablar, pero no de comunicarse, ya que solo la verdad es comunicación. Otro criterio indispensable es procurar la bondad, pues las cosas creadas son solo medios y no fines en sí mismos, de hecho cuando Dios creó el mundo afirmó que todas las cosas eran buenas. Pero si el hombre deja pervertir su corazón haciendo mal uso de ellas y de sí mismo, esta bondad que proviene de Dios se diluye, dejando a su paso llanto, dolor y tristeza.

Por último, no podemos olvidar que todo y todos tendemos hacia un fin último, pues en esta tierra nada es eterno. Un día tendremos que rendir cuentas al Creador, por eso para ordenar la existencia no podemos perder de vista hacia dónde caminamos.

Honduras saldrá adelante, Dios mediante, pero para hacerlo cada hondureño debe esforzarse por ordenar la vida, su familia y su país de acuerdo con el orden establecido por Dios, no hay otro camino, pues como dice el papa Francisco en Gaudete et exultate: “Cuando escrutamos ante Dios los caminos de la vida, no hay espacios que queden excluidos (…).

El discernimiento no es un autoanálisis ensimismado, una introspección egoísta, sino una verdadera salida de nosotros mismos hacia el misterio de Dios, que nos ayuda a vivir la misión a la cual nos ha llamado para el bien de los hermanos”.