El miércoles pasado 20 de julio fue Día del Cacique Lempira, pero está tan devaluado que pasa por un estado de calamidad extrema y en caída continua y acelerada.
Pues su valor ante el dólar es equivalente a menos de cinco centavos estadounidenses. Su cambio un dólar por 24.5935 y ante la víctima de la guerra Rusia y Ucrania, el euro, 25.06 por lempira.
Su devaluación empujada aún más por la inflación galopante por la crisis de los carburantes.
Según el Banco Central, el índice de inflación de acuerdo al Índice de Precios del Consumidor (IPC) es de 6.57%. Pareciera esperanzador, aunque esta fuente estatal no es de completa credibilidad.
El mejor indicador del índice creciente de la inflación es el pueblo consumidor, que cada vez pierde su poder adquisitivo, donde la canasta básica familiar está arriba de los 10,000 lempiras, cantidad igual al salario mínimo que ganan la mayoría de los trabajadores.
Un país donde los 10,117,000 habitantes están divididos cada vez más entre el 29% de los ricos y el 71% restante entre la clase media, pobres y los de extrema pobreza, que en los últimos años ha sido notable su crecimiento, especialmente en las zonas rurales, donde nunca ha existido la canasta básica familiar, pues estos subsisten de lo que siembran.
En las zonas urbanas se ha vuelto normal que las personas privilegiadas que poseen un trabajo comen dos veces al día, pues desaparecieron los tres tiempos de comida tradicionales.
Pues el lempira a través de la historia ha sido traicionado desde 1990, cuando Rafael Leonardo Callejas llega a ser presidente, e igual por los siguientes Gobiernos y el actual de la presidenta Xiomara Castro, donde el “cacique” está en estado inconsciente en un país llamado Honduras.
