“¡Disciplínese para hacer las cosas que deba hacer cuando las deba hacer, y llegará el día en que podrá hacer las cosas cómo y cuándo quiera hacerlas!: Zig Ziglar.
Se suele ver la disciplina como un castigo, pero si se cambia la perspectiva, la disciplina siempre traerá beneficios para la autoestima, el cumplimiento de metas, implicaciones positivas en la salud física. Es inevitable adquirir nuevos hábitos para alcanzar las metas, constancia y llevar una vida ordenada y regida por principios. Siempre hay formas de empezar, y mejorar es parte fundamental para cambiar y crear hábitos simples, solo así se puede lograr. Aprenda a lidiar eliminando las tentaciones, mientras menos distracciones usted tenga, será mejor. La persistencia ayuda para una mayor productividad en cada actividad diaria, un plan bien estructurado para optimizar el rendimiento, esto beneficia en la motivación y ver resultados de ejercer la disciplina, ya que estará más enfocado, eficiente y organizado. De igual forma, a la hora de enfrentar crisis o desafíos, la disciplina le permitirá mantener la calma y mucha claridad mental parar identificar soluciones. Siempre la disciplina le ayudará a mantener una actitud positiva y proactiva frente a los desafíos, lo que da la llave para enfrentarlos con determinación y confianza en sus habilidades para superarlos.
¿Qué hijo o hija hay que no haya recibido la disciplina o el famoso “castigo”? Bíblicamente, la disciplina es para evitar la destrucción. La motivación de la disciplina debe ser en la base del amor; la meta de la disciplina siempre es enseñar la obediencia, ya sea a corto o mediano plazo. Siempre la disciplina causa dolor, pero al final del camino le llevará un símbolo de honor. “¿Acaso olvidaron las palabras de aliento con que Dios les habló a ustedes como a hijos?
Él dijo: hijo mío, no tomes a la ligera la disciplina del Señor y no te des por vencido cuando te corrige. Pues el Señor disciplina a los que ama”, Hebreos 12:5-6. RVR60.