Las riquezas verdaderas tienen un estándar de vida que se llama prioridades, es aquí donde la disciplina nos ayuda a mantenernos en ellas. Si usted no tiene disciplina estará siempre supliendo necesidades, pero si la disciplina es parte de su vida sus prioridades serán establecidas y sus necesidades serán suplidas. Generalmente asociamos la disciplina con rigor.
Ninguna disciplina resulta agradable a la hora de recibirla. Al contrario, ¡es dolorosa!; pero después, produce la apacible cosecha de una vida recta para los que han sido entrenados por ella, Hebreos 12:11.
¿A quién le gusta disciplinarse? A pocos. Sin embargo, no conozco a un empresario o a una persona emprendedora que haya logrado el éxito sin no haber aplicado disciplina. Si usted empieza por allí, por la disciplina, ya lleva adelantado su éxito. La disciplina viene de una palabra griega que significa tener dominio propio.
Una persona verdaderamente disciplinada es aquella que sabe dominarse. Cuando usted va rumbo al éxito, en Dios primeramente, usted debe tener dominio propio y saber decir no a lo bueno para decir sí a lo mejor. El dominio propio es fundamental. Muchas veces, humanamente, reconocemos que hay limitantes, pero tenemos que aprender a manejar este principio. Una persona disciplinada es aquella que logra tener dominio propio en todas las áreas: mental, espiritual y emocional.
El disciplinado es una persona equilibrada. Alguien que no tiene disciplina, un día estará arriba y otro día estará abajo; mantiene una vida de altibajos, es como una montaña rusa, o como la ruleta de la suerte, a ver qué toca hoy; un día alegre, otro triste… es inconstante, porque no tiene disciplina.
Las personas disciplinadas son aquellas que tienen prioridades y prioridades en orden, bien establecidas. ¿Cuándo es que usted realmente sabe que tiene disciplina? Cuando el conocimiento que usted posee y la acción que realiza son compatibles. Sus acciones son el resultado inmediato de trabajar bajo una verdadera disciplina. O sea, cuando usted ya sabe algo, tiene que ponerlo en práctica.
Inmediatamente usted se vuelve una persona disciplinada. Sus palabras y sus acciones son congruentes. ¿Cuántos de nosotros conocemos personas que dicen “hoy es 31 de diciembre y voy a comenzar una dieta este año, voy a bajar de peso”? Eso no resulta si se queda solo en intención, en un dicho, en palabras que se lleva el viento. Pero cuando usted, con firmeza, dice “hasta aquí”, le aseguro que logrará alcanzar la meta de bajar esas libras de más. ¿Cómo? ¡Con disciplina!