28/04/2024
09:05 AM

Conéctate

  • 02 abril 2023 /

Hay que reconocer que esta época en la que usted y yo coincidimos nos impone la búsqueda constante por sacar el mayor provecho posible al tiempo, enfocados en el constante hacer y hacer, en la productividad y la eficiencia.

Es un mundo que pone en tela de juicio lo convencional y se enfoca en lo disruptivo. Polarizado, incierto, complejo, tal vez igual que antes, pero hoy con una gran diferencia: Nos damos cuenta de muchísimas cosas, al instante, con un clic. Todo parece ser inmediato, cada segundo cuenta, y sin querer somos parte de esa vorágine, de esa exigencia constante por estar actualizados, conocer de las últimas tendencias y noticias.

En medio de todo ello, tenemos algunos días libres, tal vez uno o dos, pero habrá un respiro, para no solamente enfocarnos en avanzar en el camino que cada uno tiene trazado, sino para disfrutar de él y de la compañía.

Tenemos un alto en ese camino para conectar con lo que nos rodea, no solo desde la perspectiva del hacer, sino del ser. En ese sentido, se trata de un espacio en la agenda en el que tenemos la posibilidad de alimentar algo más que el cuerpo. La espiritualidad es parte integral del ser humano y debe cuidarse de la misma manera con la que se cuida el cuerpo.

La vida espiritual que es responsabilidad de cada uno, sin alardes, sin grandezas, pero siempre presente. ¿Forma parte de nuestra agenda de Semana Santa? ¿Hacemos planes para ella con la misma atención que dedicamos a lo que vemos, a lo tangible?

¿Dónde encuentro el alimento para mi vida espiritual? Esa es una pregunta que debemos hacernos con frecuencia y no siempre encontraremos la misma respuesta. En ocasiones está en la contemplación de lo que nos rodea desde otra perspectiva, desde la admiración por la grandeza de la creación.

A veces en la observación de quienes forman parte de nuestras vidas, de la apreciación por lo que son y lo que significan para nosotros, que invariablemente nos lleva a agradecer a Dios por esa oportunidad de tenerles.

En otras ocasiones podemos encontrarla en la relación con el prójimo, en la escucha desinteresada y la atención oportuna a quienes buscan palabras de aliento, de consuelo o de esperanza. Allí, donde tenemos la oportunidad de actuar como instrumento del poder superior que nos inspira a decir o hacer.

En la multitud que se congrega para revivir las tradiciones, para escuchar las enseñanzas bíblicas, para compartir en la misa o en el culto. ¡Hay tantas formas de conectar!

Si le sucede como a mí, que tengo a dos pares de ojitos observándome constantemente y siguiendo mis pasos, que son mis hijos, hay una doble responsabilidad: la de inspirarlos a cultivar su espiritualidad, además de cuidar la propia.

Que esta Semana Santa sea un momento para disfrutar y descansar, como también para tomar un nuevo impulso en la vida espiritual, conectándonos más con esa parte importante de nuestra vida. Que haya oportunidad para contemplar, apreciar, valorar y agradecer, que haya momento para apagar la música del ambiente, a veces dulce, en otras un poco ruda, para escuchar la voz interior y no solamente las voces externas.

Hay tiempo para todo: para descansar, para disfrutar y también para renovarnos, con un cambio que provenga desde el interior de cada uno, para seguir adelante y superar retos. ¡A conectarnos!

las columnas de LP