11/09/2024
01:42 AM

Casi folclore

Francisco Gómez Villela

¿Crees que hay alguna esperanza de mejoría para el país?, fue la pregunta con que un colega me recibió hoy en su oficina. Así, súbito y de mañana.

Indudablemente el tema de la corrupción preocupa a la generalidad. Cómo afecta el estado de la nación. Cómo erradicarla. Pero el punto es, ¿dónde comienza la corrupción?

Vivimos en un mundo globalizado y la corrupción es parte de ello. No nos podemos excluir de ese mapa mundial. Probablemente los países en desarrollo son más propensos a ser corruptos porque tienen instituciones débiles que la permiten. Lo que es indudable es que la corrupción ahora es mayor que hace 20 o 30 años.

La corrupción no es innata. No hay un gen en el humano que lo determina. Es una conducta adquirida. Se refiere al deterioro de las personas en su escala de valores. Empiezan a ser permisivos consigo mismos y pierden la capacidad de asumir que lo que hacen no es correcto.

Comienza en el momento cuando el ser humano decide renunciar conscientemente a su integridad en pos de algo que no puede obtener por sus propios medios, llámese dinero, poder, fama. La corrupción es decisión personal, pero puede verse influenciada por sociedades que la toleran porque obtienen beneficios. Es una forma de conducta que puede llegar a ser considerada como normal por frecuente. Y en eso nuestra población ha sido partícipe desde hace mucho tiempo en aspectos simples de la vida. Erróneamente nos referimos a ella como si fuera exclusiva de instituciones gubernamentales o el Gobierno. En nuestro país es casi parte del folclore.

Hay que empezar a trabajar la estructura de personalidad de los niños, a darles ejemplos de integridad y honradez para que así las nuevas generaciones actúen de manera correcta como forma de conducta. Hay que crear mejores personas.

Esto tomará tiempo. No se verá de la noche a la mañana. Tal vez una generación o más. Pero de seguir así, en esta cultura, la corrupción está para quedarse por largo tiempo. Nadie podrá con ella, ni nativos ni foráneos. La corrupción es como una moda fea. La critican, pero la visten si tienen oportunidad. Esa fue mi respuesta al colega. Que la única solución para mejorar radicaba en el cambio de conciencia de los hondureños.

¿Una utopía?, tal vez. Pero la esperanza siempre será una mejor opción al desánimo.