26/04/2024
06:26 AM

¡Amor-tiguador!

Alejandro Espinoza

“El corazón tiene razones que la razón desconoce”: Pascal.

La historia de la humanidad y culturas enteras han evolucionado en gran parte girando alrededor del amor; según la ciencia, el amor es un proceso neurológico que se produce en diferentes partes del cerebro como son: la corteza cerebral, el hipotálamo, amígdala, el núcleo accumbens y el área tegmental frontal. La atracción donde interfiere la dopamina según estudios realizados en Universidad de Nueva York por el Dr. Arthur Aron se encontró una intensa actividad en el área central como una fábrica del cerebro. Está comprobado que 12 áreas del cerebro se comprometen cuando las personas están enamoradas; se liberan una serie de neurotransmisores como adrenalina, dopamina, serotonina, oxitocina o vasopresina. Las investigaciones en el Centro de Neuroética de la Universidad de Oxford han concluido que tanto el amor como las drogas inundan el cerebro con dopamina, lo que causa una fuerte sensación de recompensa provocando el ciclo vicioso de euforia, deseo, dependencia y abstinencia. Qué sucede en su cerebro cuando se enamora, se desactivan áreas como la amígdala o el córtex frontal, cuya función se define para reducir la probabilidad de la aparición de emociones negativas. La oxitocina es un neuroquímico conocido como la hormona del amor, este regula la temperatura del cuerpo, el hambre, la sed, el sueño y reacciones emocionales. El amor en la práctica no debe ser un estado de vida que se tropieza sino un compromiso con el que se crece. “Procurad, pues los dones mejores. Más yo os muestro un camino aún más excelente”. 1Corintios 12:31 RVR60.

Bíblicamente se presenta el amor no como una emoción, sino como un acto de la voluntad, es el amor que no se envanece, todo lo cree, todo lo sufre y espera nunca se desvanece al contrario crece; el amor humano es mezquino, limitado y egoísta pero el amor de Dios es inmenso, sin límites y extraordinario.