Hace alrededor de cuatro millones de años, segundos más, segundos menos, uno de nuestros antepasados, un ser más parecido a un mono que a un hombre, fue el primero en utilizar el dedo pulgar para algo más que para asir cosas. Todos sus parientes conocidos tenían sólo cuatro dedos en la mano, careciendo de pulgar, más o menos como el resto de los primates actuales.
Nuestros antepasados ya utilizaban el pulgar para asir objetos, principalmente los alimentos y quizá las ramas de los árboles en donde se refugiaban.
Pero, un buen día, uno de ellos utilizó ese importante dedo para algo más, quizá para asir una roca con la cual golpear un coco con intención de abrirlo, o a lo mejor la cabeza de algún rival.
Ese momento fue crucial en la evolución del hombre, fue cuando hizo uso de la primera herramienta, como muy bien lo presentó la vieja película de 2001 'Odisea del espacio'.
El lento proceso evolutivo llevó al hombre a utilizar el dedo pulgar cada vez más, según fue perfeccionando sus herramientas y armas, pero quedando limitado a ser una parte de la prensa que le permitía agarrar cosas.
Es decir, que el uso del pulgar difícilmente varió durante todo ese tiempo, a diferencia de otros dedos, como el índice, que debe haber tenido otros usos obvios, como señalar, rascarse, hurgar dentro de frutas, o la nariz, ¡qué asco!, y cosas similares.
Difícilmente habría podido imaginar esa criatura que millones de años después sus descendientes utilizarían esas manos para manejar naves espaciales, computadoras y realizar delicadísimas operaciones del cerebro.
No lo podemos culpar, ¿cómo podría haber siguiera soñado con lo que ocurriría cuatro millones de años después?
Pero el pulgar quedó rezagado; no puedo imaginar otro uso que el mencionado, es decir, ayudar a asir cosas y quizá para contar hojas de papel y también billetes, todo lo cual es relativamente reciente, apenas poco más de dos mil años.
Así fueron las cosas hasta la llegada del teléfono móvil.
A primera vista podría lucir como algo sin importancia, pero en realidad tiene mucha, pues fue cuando el primer momento de gloria llegaba al pulgar, al ser el encargado del proceso de marcación.
Muy pronto se incorporó al teléfono móvil la capacidad de enviar mensajes, con lo cual la importancia del pulgar aumentó enormemente.
¿Podremos nosotros, primates superados y descendientes directos de aquel mono, nos guste o no, imaginar en este momento a dónde conducirá esa nueva habilidad del pulgar?
¿Tendrá alguien la capacidad siquiera de soñar los cambios que ese acto tan sencillo producirá en su uso y en nuestro comportamiento dentro de cuatro millones de años?
No pensemos en las películas de ciencia ficción como 'Guerra de las galaxias' o 'Transformers', eso es demasiado cercano y demasiado parecido a lo que ya existe.
Para intentar ubicarnos es necesario tratar de imaginar lo que pensaría nuestro antepasado al ver un avión o un televisor.
Con seguridad le atribuiría poderes sobrenaturales, pensaría que es algo relacionado con un dios o producto de la magia.
Creo que nos es tan difícil a nosotros vislumbrar ese futuro como lo habrá sido en su momento a nuestro tatatatarabuelo el mono, sin importar que nuestro conocimiento sobre la existencia de la tecnología nos da cierta ventaja.
Soñemos un poco, imaginemos un poco.