Por: Marc Tracy/The New York Times
La secuencia climática de “Guerra Civil” del año pasado, una película sobre un conflicto militar imaginario en Estados Unidos, mostró la acción de una manera que las películas no suelen retratar. Los combatientes se comunican constantemente sobre tener que recargar. Se alternan torpemente para disparar por los pasillos. Su ritmo es diferente al que los espectadores están acostumbrados.
Alex Garland, el escritor y director de la película, cuyo currículum incluye “Ex Machina” y “Aniquilación”, le había dado las riendas de la escena a Ray Mendoza, un veterano de la Armada de EU de la guerra en Irak que ahora es un consultor militar en Hollywood.
Le dio a Garland una idea. ¿Qué pasaría, propuso, si hicieran una película que retratara el combate sin elementos cinematográficos como tiempo comprimido, estudio de personajes o estructura tradicional de trama? ¿Qué pasaría si la película fuera sólo 90 minutos de guerra?
“Warfare: Tiempo de Guerra”, escrita y dirigida por Garland y Mendoza, es la realización de esa idea. Retrata un incidente real ocurrido en noviembre del 2006 en la ciudad iraquí de Ramadi, el día siguiente de que el pelotón de Mendoza de SEALs, una fuerza de operaciones especiales, tomó una casa para vigilar la zona. Combatientes de Al Qaeda les dispararon, lanzaron una granada al interior de la casa y detonaron una bomba junto al camino mientras los SEALs intentaban evacuar a un miembro herido.
El guión se basó íntegramente en los recuerdos de Mendoza y otros.
“Warfare: Tiempo de Guerra” es un intento por retratar la actividad de combate como realmente se experimenta. Los SEALs toman notas de lo que ven afuera de la casa. Orinan en botellas vacías. Accidentalmente dejan cosas atrás. Cuando ocurre la violencia, no hay ninguna advertencia, ningún ángulo de cámara o banda sonora que pueda dar pistas al espectador. Después de una explosión, hay un silencio inquietante.
Cosmo Jarvis, quien interpreta al francotirador herido Elliott Miller, habló con el padre de Miller antes de conocer al propio Miller en el set, un paisaje urbano de Ramadi recreado en un antiguo aeródromo en las afueras de Londres.
“Cuando apareció, fue bastante profundo”, dijo Jarvis.
Garland espera que la fidelidad de la película a los testimonios del pelotón le confiera credibilidad, incluso cuando algunas historias ilustrativas no llegaron a la versión final por no ocurrir dentro del período preciso que captura la película.
“Tienes fe de que pierdes esto, pero viene otra cosa. Lo que viene es la confianza del público en que lo que ven es algo sin una agenda. Es simplemente un intento fiel”, dijo Garland.
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