Se oponía a los indocumentados... hasta que se enamoró de una

Un simpatizante de Trump se convertirá en inmigrante al mudarse a Ecuador para seguir a su esposa indocumentada, quien firmó una salida voluntaria.

  • 31 de julio de 2025 a las 00:00 -
The New York Times

Por: Sabrina Tavernise/The New York Times

BENTONVILLE, Arkansas — En el noroeste de Arkansas, inmigrantes, en su mayoría de México, comenzaron a llegar en la década de 1980 para trabajar en la próspera industria avícola de la región.

Para muchos aquí, eso fue un hecho positivo. Los inmigrantes, dicen, son una gran parte del éxito económico de la región. Chris Allred, quien ha vivido en esta zona toda su vida, no lo ve así.

Allred, reclutador en una empresa camionera, cree que las personas que entran ilegalmente a Estados Unidos son “un ejército de aprovechados”, que ocupan lugares en las salas de emergencia y las escuelas que los ciudadanos estadounidenses costean. Tampoco le cae bien el Presidente Donald J. Trump, pero una de las razones por las que votó por él el año pasado fue que parecía que tomaría medidas en materia de inmigración.

“Ya no tenemos una base industrial”, dijo Allred. “Tenemos millones de millones de dólares en deuda nacional. Es imposible. No podemos hacernos cargo de millones de personas más”.

Pero algo ha sucedido que va contra esta opinión. Allred finalmente conoció y se casó con el amor de su vida. Y su esposa se encuentra en Estados Unidos ilegalmente.

Para muchos estadounidenses, una frontera laxa es como una casa sin puerta. Hace que estar dentro signifique menos. Pero una vez que la puerta se cierra y la pregunta es qué hacer con quienes están dentro, las cosas pueden complicarse rápidamente.

“Todo suena genial hasta que recibes una llamada del Alcalde de una pequeña comunidad que dice: ‘¿Por qué sus agentes están arrestando al padre del alumno con las mejores calificaciones de nuestra preparatoria?’”, dijo Asa Hutchinson, ex Gobernador republicano de Arkansas. “Todos quieren que se cumpla la ley hasta que impacta en una historia personal”, agregó.

Allred, de 48 años, creció en una granja en el oeste de Arkansas. Su padre, un fresador, perdió tres trabajos cuando las empresas que lo empleaban cerraron o trasladaron su producción al extranjero, incluyendo a México.

Durante el primer año de Allred en la universidad, su madre murió de cáncer de mama y él abandonó los estudios. Su hermana había sido asesinada el año anterior. Durante años estuvo deprimido. Contempló el suicidio. Pasó de un trabajo a otro, trabajando en mantenimiento de albercas, orientación de vih y como guardia de seguridad. Quería formar una familia, pero nunca se sintió lo suficientemente estable como para mantener una.

Chris Allred se prepara para mudarse a Ecuador.

Pero en el 2018, consiguió un trabajo que le gustaba, trabajando para una empresa camionera que formaba parte de la ahora floreciente economía del noroeste de Arkansas. Y regresó a la granja para cuidar de su querida abuela, Leta Mae Allred, de 92 años. Ella le contó que rezaba todos los días para que encontrara a alguien con quien casarse. Y cuando ella falleció, el día de su 44 cumpleaños, se prometió a sí mismo que lo intentaría.

Historia de amor

En el verano del 2023, usando una app de citas, conoció a una mujer en Illinois. Se llamaba Geleny y era de Ecuador. Era linda, pensó, y platicadora.

“Era la única persona con la que he estado enviando mensajes de texto durante 12 horas sin parar —nunca había sido así”, dijo.

Ella le contó a Allred que se había mudado de su pequeño pueblo a la capital, Quito, donde ascendió en una empresa de medios de comunicación, pero la empresa cerró. Abrió un restaurante en su pueblo natal, pero lo perdió en una inundación. Decidió que la manera de salir adelante económicamente era ir a Estados Unidos. Así que dejó a sus tres hijos, ahora de 5, 8 y 23 años, con su padre y le pagó a un coyote para hacer el viaje.

En cierto momento, empezó a darse cuenta de que ella parecía estar en problemas. Trabajaba en un restaurante y discutía con el dueño. Esto despertó algo en él. Le dijo que iría a verla.

“Sabía que tenía que ayudarla”, dijo.

Era tarde cuando entró al bar donde ella lo había citado. Estaba nervioso. En cuanto se vieron, se besaron.

“Desde ese preciso momento supe que la amaba”, dijo.

Le dijo que le pagaría un pasaje de regreso a Ecuador o que podía ir con él a Arkansas. Ella eligió Arkansas. Él le propuso matrimonio más tarde ese verano. Se casaron el día del cumpleaños de Leta Mae, el 30 de diciembre.

“Es la mujer que mi abuela rezó que yo encontrara”, dijo Allred.

La objeción de Allred a la inmigración ilegal comenzó con lo que vio mientras crecía y más recientemente, inmigrantes llegaban ilegalmente de todo el mundo. Allred recuerda haber pensado que cualquiera podía entrar.

“Esto va a ser absolutamente horrible de decir, pero si no se puede hablar con la verdad, no se puede tener una conversación seria”, dijo. “Son parásitos. ¿Qué hacen los parásitos? Con el tiempo, acaban matando al huésped. Y hacia eso se dirige este País”.

Una de las inmigrantes que había llegado en esta ola más reciente era Geleny. Su vida parecía contradecir muchas de las suposiciones de Allred. Era emprendedora. (Abrió un negocio de limpieza unos meses después de llegar a Arkansas). Estaba aprendiendo inglés rápidamente. No recibía prestaciones sociales.

En su departamento en Bentonville, Arkansas, Geleny le preguntó a su esposo: “Antes de mí, ¿no te caían bien los inmigrantes ilegales?”.

“Todavía no me caen bien”, dijo él.

Ella se rió y se volvió hacia mí para explicarme.

“No le caen bien los malos inmigrantes, los inmigrantes flojos, los que toman todo lo que es gratis en el País”, dijo. “Quizás le caen bien los inmigrantes buenos —los inteligentes y trabajadores”.

Sonriendo, Allred dijo, “Soy una contradicción andante”.

Dijo que si hubiera sabido desde el principio que Geleny había inmigrado ilegalmente, dudaba que hubiera buscado una relación con ella.

Pero estaba enamorado. Así que contrató a Aaron Cash, un abogado de inmigración en Rogers, Arkansas.

Las vías para obtener la residencia legal son extremadamente limitadas para los inmigrantes ilegales. Incluso aquellos con una conexión privilegiada —como un cónyuge o un hijo adulto que sea ciudadano— a menudo primero tienen que salir de Estados Unidos y esperar años.

“Todos quieren hacerlo de la manera legal, si la hay”, dijo Cash. Pero para la gran mayoría de las personas que atiende, “no existe”.

El 2 de junio, los Allred se enteraron en un tribunal de inmigración de Chicago que podían presentar una solicitud de asilo para Geleny o tendría que abandonar Estados Unidos.

Allred ha visto de primera mano lo difícil que es obtener el estatus legal. Dijo que su experiencia lo había vuelto “un poco más comprensivo, un poco más consciente, un poco más compasivo”.

Dijo haber aprendido que la ley es tan lenta y restrictiva que era difícil de seguir. Puso como ejemplo a una mujer haitiana con su hijo adolescente delante de ellos en la fila en Chicago. Le dieron una cita para el tribunal dentro de dos años.

“Trabajas por debajo del agua”, dijo. “No puedes tener una cuenta bancaria. Tienes que llevar dinero en efectivo. Eres extremadamente vulnerable”.

Allred dijo que el número de inmigrantes indocumentados debería reducirse, pero no como está sucediendo ahora, con arrestos en los tribunales y redadas en los lugares de trabajo.

Sí, cree que los inmigrantes indocumentados son parásitos. Pero no, no deberían ser tratados inhumanamente.

“Son seres humanos”, dijo. “Son personas. Merecen un respeto básico”.

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Tras su audiencia judicial en Chicago, Geleny decidió salir de Estados Unidos. Allred creía que su caso de asilo era razonable. Pero si perdía, sería mucho más difícil regresar, y ella no estaba dispuesta a correr ese riesgo. Así que regresará a Ecuador. Tiene hasta el 2 de septiembre para salir. Allred la acompañará.

Poco después de cumplir 48 años, se convertirá en inmigrante. Será él quien solicite la entrada y busque abrirse camino. Dijo que no tenía idea qué esperar. La única vez que ha salido de EU fue una hora en Tijuana, México. Dijo estar aterrorizado. Se ha estado desvelando, leyendo las cifras de homicidios en las ciudades ecuatorianas.

Está estudiando español y vendiendo sus pertenencias.

Dijo que esperaba que Geleny con el tiempo legalizara su situación migratoria y que pudieran regresar a Estados Unidos, tal vez incluso con los hijos de ella.

“Les he dicho a mis amigos que quizás ayudarla a llevar a sus hijos a un lugar donde tengan oportunidades, quizás eso sea lo único bueno que haga en mi vida”, dijo.

©The New York Times Company 2025

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Staff NYTimes
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