The New York Times
Por: Martin Fackler/The New York Times
OKINAWA, Japón — Los misiles antibuque del Séptimo Regimiento del Ejército nipón están montados a bordo de camiones verde oscuro fáciles de mover y ocultar, pero, por ahora, los soldados no hacen ningún esfuerzo por ocultarlos. Creado hace un año, el regimiento y sus baterías de misiles móviles ocupan una base en la cima de una colina en la isla de Okinawa, visible a kilómetros de distancia.
La visibilidad es intencional. El Séptimo es uno de los dos nuevos regimientos de misiles que el Ejército, denominado Fuerza Terrestre de Autodefensa, ha desplegado a lo largo de las islas del flanco suroeste de Japón en respuesta a la cada vez más robusta armada china que navega con frecuencia por aguas cercanas a Japón.
“Nuestro armamento es una demostración de fuerza para disuadir al enemigo”, declaró el coronel Yohei Ito, comandante del regimiento.
Los misiles también forman parte de un refuerzo defensivo fundamental en la estrategia de Japón para apaciguar al Presidente Donald J. Trump, quien ha criticado al País por depender excesivamente de la presencia de bases militares estadounidenses para su seguridad. Aunque Tokio ha mantenido intensas negociaciones con Washington sobre la eliminación de nuevos aranceles, su principal prioridad es mejorar los lazos de seguridad.
Al añadir nuevos misiles y otras armas avanzadas, tanto de fabricación estadounidense como de desarrollo nacional, Japón está transformando su Ejército, restringido durante mucho tiempo, en una fuerza potente con las habilidades y la tecnología necesarias para operar hombro a hombro con los buques y soldados estadounidenses, demostrando así que Japón es un socio indispensable.
Poderío militar
En vista del creciente poderío militar de los cercanos China y Corea del Norte, Japón busca fortalecer su alianza de defensa con EU convirtiéndose en un socio militar hecho y derecho y alejándose más del pacifismo consagrado en su Constitución, adoptada tras la Segunda Guerra Mundial.
Con la guerra en Ucrania generando temores de una acción similar por parte de China a la isla democrática de Taiwán, Japón anunció en el 2022 que duplicaría el gasto en seguridad nacional hasta alcanzar aproximadamente el 2 por ciento de su producto interno bruto. El consiguiente refuerzo de defensa ya está en marcha.
Japón también está demostrando una renovada determinación para luchar junto a EU durante una futura crisis. En su visita a Tokio esta primavera, Pete Hegseth, el Secretario de Defensa estadounidense, elogió el plan para crear un nuevo “cuartel general de combate” en Tokio, donde los comandantes japoneses y estadounidenses trabajarán codo con codo.
Aunque los líderes y legisladores japoneses ven un fuerte apoyo de Hegseth y otros políticos de línea dura con China, su mayor temor es que Trump pueda alcanzar un gran acuerdo estratégico con el líder chino, Xi Jinping, que ceda a Japón y a sus vecinos a la esfera de influencia de Beijing.
“Necesitamos convencer a Trump y al grupo MAGA de que Japón es demasiado bueno como para cederlo”, dijo Satoru Mori, profesor de política internacional en la Universidad de Keio, en Tokio.
A medida que China y Corea del Norte aumentan sus arsenales nucleares, los elaboradores de políticas japoneses han instado cada vez más a Washington a desplegar visiblemente armas nucleares tácticas en la región para disuadir a posibles enemigos de usar las suyas.
Japón está cubriendo sus apuestas contactando a otros socios. Además de un avión de combate desarrollado conjuntamente con Gran Bretaña e Italia, ha fortalecido sus relaciones de defensa con Australia. Tokio también envió un buque de guerra y soldados a Filipinas el mes pasado para participar por primera vez en un ejercicio militar multinacional.
Si Washington demuestra ser poco confiable, Japón tiene toneladas de plutonio almacenado de su industria nuclear civil, que podría utilizar para construir su propio arsenal nuclear. Hasta ahora, el trauma nacional provocado por los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki en 1945 ha impedido que se considere esta opción.
El Campamento Katsuren, sede del Séptimo Regimiento y sus baterías de misiles, se encuentra junto a la mayor base de la Armada estadounidense en Okinawa, la isla semitropical que alberga a la mayoría de los 50 mil soldados estadounidenses en Japón.
Marines estadounidenses han visitado el regimiento para observar sus ejercicios y estudiar los misiles Tipo 12 de fabricación japonesa, capaces de alcanzar un buque a más de 160 kilómetros de distancia.
“Japón posee capacidades que el Ejército estadounidense no poseía antes”, aseguró el coronel Ito. “Hay cosas que podemos enseñarles”.
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