Por: Elisabeth Bumiller, Natan Odenheimer y Johnatan Reiss/The New York Times
JERUSALÉN — Eran las 23:00 horas, y una de las comunidades ultraortodoxas más insulares de Jerusalén estaba iracunda.
Cientos de hombres con trajes y sombreros negros de la secta Edah Haredit montaban en cólera mientras un importante rabino, gritando en yidis desde un balcón, denunciaba al Gobierno israelí por reclutar a los ultraortodoxos. Habían estado exentos del servicio militar para dedicarse al estudio religioso desde la fundación de Israel en 1948, pero ahora se les necesitaba para la guerra en Gaza.
Un gran incendio ardía en la calle, provocado por manifestantes ultraortodoxos que habían prendido fuego a un contenedor de basura. Policías a caballo intentaban mantener el orden mientras cañones de agua en camiones rociaban “agua de zorrillo”, un líquido de olor repugnante, para dispersar a la multitud.
Afuera de la cercana escuela religiosa Mir Yeshiva, Haim Bamberger, de 23 años, dijo que estaba estudiando la Torá, como Dios manda. Era la manera de Bamberger de defender a Israel, en lugar de a través del servicio militar. “Cuando hacemos lo que Él quiere, nos protege”, dijo.
Bamberger dijo que había sido conscripto, pero que ignoraba la notificación y se arriesgaba a ir a la cárcel. “En este País me consideran un criminal porque quiero estudiar la Torá”, dijo.
Días después, la policía militar israelí comenzó a arrestar a ultraortodoxos evasores del servicio militar. Sólo unos cuantos han sido detenidos hasta la fecha, de acuerdo con múltiples reportes de prensa israelíes, pero el 14 de agosto, cientos de ultraortodoxos protestaron y chocaron con la policía frente a una prisión donde el sitio de noticias hebreo Ynet reportó que se encontraban detenidos siete.
Exención
Por ahora, el Ejército está postergando arrestos masivos.
El servicio militar es obligatorio para la mayoría de los hombres y mujeres judíos israelíes. La exención para los ultraortodoxos, conocidos en hebreo como jaredim, ha sido resentida durante mucho tiempo por el resto de la población judía. Pero la guerra de casi dos años en Gaza ha convertido un factor irritante en una crisis política.
En julio, dos partidos ultraortodoxos cruciales para la mayoría del Primer Ministro Benjamin Netanyahu en el Parlamento se retiraron del Gobierno después de que éste no aprobó una ley eximiendo a los ultraortodoxos del servicio militar obligatorio. Eso podría provocar el colapso de la coalición del Primer Ministro y la convocatoria de elecciones anticipadas.
“La guerra ha llevado todo a un extremo”, afirmó Nechumi Yaffe, profesora de políticas públicas en la Universidad de Tel Aviv, quien es ultraortodoxa. Los israelíes laicos se preguntan, añadió, “¿Por qué deben morir nuestros hijos mientras los suyos se quedan sentados tomando café y aprendiendo?”.
Yaffe comentó tener una encuesta que arrojaba que el 25 por ciento de los hombres jaredíes se alistarían al Ejército si no fueran condenados al ostracismo por sus comunidades, como ocurre a muchos, y otro 25 por ciento se alistaría con algún tipo de exhortación. Añadió que la actitud se estaba suavizando en las sectas ultraortodoxas menos extremistas, aunque muchos rabinos se resisten al cambio.
“Los rabinos sienten que están perdiendo el control”, afirmó.
En junio del 2024, el Tribunal Supremo de Israel dictaminó que no existía una ley formal y, por ende, ninguna base legal para la exención, y ordenó al Ejército que comenzara a reclutar a hombres ultraortodoxos.
El Ejército dice necesitar urgentemente 12 mil reclutas nuevos para una fuerza agotada por la situación en Gaza y que 80 mil hombres ultraortodoxos de entre 18 y 24 años son elegibles para el servicio militar. Casi todos recibieron notificaciones de reclutamiento el año pasado, pero hasta el momento sólo se han alistado 2 mil 940.
El futuro promete más tensiones. El número de ultraortodoxos en Israel se ha disparado a cerca de un millón hoy —aproximadamente 13 por ciento de la población. Alrededor del 22 por ciento de los niños de 6 años eran jaredíes en el 2024. Para el 2035 se proyecta que su número alcance el 30 por ciento. Muchos funcionarios consideran insostenible cualquier exención para ellos. Pero los ultraortodoxos se mantienen impasibles.
“Quizás hayan cambiado las circunstancias y los tiempos”, dijo Motti Babchik, el poderoso asesor político de uno de los partidos ultraortodoxos que abandonaron el Gobierno. “Pero el acuerdo básico entre los jaredíes y el Estado de Israel sigue siendo el mismo”.
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