Por: Jonathan Wolfe y Bhadra Sharma/The New York Times
Escalar el Monte Everest normalmente lleva semanas, y la mayor parte del tiempo se pasa al pie de la montaña adaptándose a la atmósfera enrarecida. Pero en mayo, cuatro británicos acortaron drásticamente ese tiempo, viajando de Londres a la cima y de regreso en menos de una semana, de acuerdo con el organizador de su expedición.
Se saltaron el periodo de adaptación inhalando un arma secreta: gas xenón.
Su hazaña ha conmocionado al mundo del montañismo y provocado una investigación por parte del Gobierno nepalí, ya que el uso de este gas es objeto de un intenso debate. Algunas investigaciones han demostrado que el xenón puede aclimatar rápidamente a las personas a grandes altitudes, aunque algunos expertos afirman que los beneficios, si los hay, son insignificantes y los efectos secundarios de su uso siguen sin estar claros.
Los organizadores afirmaron que el gas fue clave para la velocidad de la escalada, pero su enfoque ha provocado un debate más amplio que afecta la esencia del montañismo: ¿Debería facilitarse la escalada del Everest, uno de los máximos logros deportivos, con un potenciador del rendimiento?
“Es una provocación, particularmente para los escaladores tradicionales, a quienes les molesta la idea de que se pueda escalar el Everest en menos de una semana”, dijo Lukas Furtenbach, organizador de la expedición. “Esto demostró que puede funcionar”.
Dijo que a partir del 2026 planeaba ofrecer excursiones de ida y vuelta de dos semanas al Monte Everest utilizando gas xenón.
Zona de muerte
Los síntomas del mal de altura incluyen náuseas, dolores de cabeza y alteración del sueño, y puede provocar inflamación cerebral o la muerte. A medida que se asciende, se absorbe menos oxígeno en el torrente sanguíneo. Muchos de los que escalan el Everest utilizan oxígeno suplementario.
Se sabe desde hace años que el xenón, un gas inodoro, activa una molécula llamada factor inducible por hipoxia, que también se activa cuando las personas se aclimatan a niveles bajos de oxígeno, explicó Hugh Montgomery, profesor de medicina de cuidados intensivos en el University College de Londres y alpinista.
“Así que lo que estas personas afirman haber hecho es básicamente encontrar una manera de activar la adaptación a bajos niveles de oxígeno”, dijo.
Mientras que algunos médicos han usado el gas para “preacondicionar” a pacientes a niveles bajos de oxígeno —por ejemplo, antes de una cirugía del corazón— la práctica no ha tenido éxito porque “no ha sido tan protectora como se quisiera”, dijo.
Los expertos también advirtieron que automedicarse con xenón, que tiene efectos de anestesia, podría conducir a una sobredosis o la muerte, y que se necesitaban más estudios para comprender cómo funciona el gas.
En el Everest, normalmente se requieren semanas de entrenamiento y aclimatación en los niveles más bajos de la montaña para sobrevivir a la “zona de muerte”, el área por encima de los 7 mil 925 metros.

El grupo británico adoptó un enfoque diferente. Unas 10 semanas antes de la expedición, los hombres comenzaron a dormir en tiendas de campaña hipóxicas, que reducen los niveles de oxígeno en el aire y aclimataron gradualmente a los hombres a las condiciones en el Monte Everest, explicó Furtenbach.
Pero la gran innovación se produjo dos semanas antes de la excursión, cuando los hombres volaron a Limburgo, Alemania, donde un doctor, Michael Fries, había estado experimentando con gases inhalados en su clínica.
Los hombres usaron mascarillas conectadas a respiradores mientras un anestesiólogo introducía lentamente niveles más altos de xenón en sus sistemas.
Furtenbach dijo que, tras el tratamiento, los usuarios experimentaron una sensación de mayor volumen pulmonar.
Tras llegar a la base del Everest, el grupo británico ascendió a la cumbre en menos de tres días, lo que, dijo Furtenbach, fue uno de los tiempos más rápidos para un grupo que no se había aclimatado a la montaña.
Himal Gautam, director del Departamento de Turismo de Nepal, afirmó que el uso del gas iba “contra la ética de la escalada” y que perjudicaría a la industria turística y a los sherpas que ayudan a los alpinistas.
En enero, la Federación Internacional de Escalada y Montañismo dijo que no había pruebas de que el gas xenón mejorara el desempeño, y añadió que “su uso inapropiado puede ser peligroso”.
Furtenbach argumentó que sus expediciones seguían utilizando sherpas y que una estancia más corta en la montaña era menos peligrosa al reducir la posibilidad de que los alpinistas se expongan a otras amenazas para la salud, como avalanchas, hipotermia o caídas.
Pero, “¿estamos perdiendo el sacrificio que a veces hay que hacer para alcanzar el logro?”, preguntó Montgomery.
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