Por: Julia Moskin/The New York Times
Cuando Phil Rosenthal, conductor del programa de Netflix sobre comida y viajes “Somebody Feed Phil” (Alguien Alimente a Phil) y creador de la serie de comedia “Everybody Loves Raymond”, empezó a agotar las entradas de sus programas en vivo el año pasado, nadie se sorprendió más que Ray Romano.
Romano, la estrella de la comedia, llegó a la sala de conciertos Paramount en Long Island, Nueva York, con la esperanza de ayudar durante una sesión de preguntas y respuestas. Nadie tenía preguntas para él, dijo; solo querían contarle a Phil sobre sus lugares favoritos para comer en Lisboa o Nashville, Tennessee.
“¿Cómo sucedió esto?”, me preguntó el actor vía telefónica. “Llevo 30 años como standupero. Él va a Polonia, come pastel de carne, ¿y agota las entradas de teatros en todo el mundo?”.
Hoy abundan los programas de televisión sobre viajes. Pero, de alguna manera, Rosenthal se ha convertido en una estrella mundial.
La octava temporada de su programa se estrenó en junio. Inicia una gira por Norteamérica el 8 de agosto y un segundo libro de cocina, “Phil’s Favorites” (el primero fue un best seller de The New York Times), saldrá en noviembre.
Las presentaciones de Rosenthal el año pasado agotaron las entradas no sólo en Nueva York y Los Ángeles, sino también en Glasgow, Bruselas, Dublín y Melbourne, Australia. No hace demostraciones de cocina ni stand up. Simplemente es él mismo.
"El tío bobo"
¿Cuál es su atractivo? Alto y delgado, ingenioso y vivaracho, Rosenthal, de 65 años, da la impresión de ser el tío bobo favorito de todos.
“Somebody Feed Phil” es respetuoso hacia la cultura, la comida y quienes la producen —pero un poco bobo hacia casi todo lo demás.
Rosenthal se burla de su hermano, Richard, responsable creativo de la serie, bromea con el Primer Ministro de Finlandia; y siempre está dispuesto a ponerse un disfraz de Cirque du Soleil o perseguir a una gallina. Al final de cada episodio invita a cenar a todo cocinero, quesero, pescador y quien más haya trabajado en el programa, generalmente seguido de un batido egg cream, una de las pocas cosas que sabe preparar. (Las recetas en sus libros de cocina son aportaciones de chefs).
Max y Helen, los padres de Rosenthal, pasaron su infancia en la Alemania nazi. La familia de su padre huyó a Estados Unidos en 1938; la de su madre se quedó allí hasta que ella y su madre fueron enviadas a Gurs, un campo de concentración en Francia. Como refugiadas, iban camino a EU en 1941 cuando su barco fue desviado a Cuba, donde esperaron dos años antes de que se les permitiera entrar al País.
Parece que esa aventura bastó para toda una vida. De niño en New City, un suburbio de Nueva York, dijo Rosenthal, a sus padres no les preocupaba ampliar sus horizontes ni sus paladares. Recuerda que la comida que cocinaba su madre era tan insípida que él probó ajo por primera vez cuando era estudiante en la Universidad de Hofstra en Long Island.
Como aspirante a actor en NY en la década de 1980, Rosenthal ahorraba durante meses para pagar cenas en restaurantes elegantes como Lutèce y Quilted Giraffe. Luego se mudó a Los Ángeles, dejó los escenarios para dedicarse a la escritura, y con el tiempo, alcanzó el éxito que le permitió comer en cualquier parte del mundo.
Tras el fin de la serie “Raymond” en el 2005, Rosenthal intentó durante una década producir otra serie, pero “nadie la quería”, dijo. Así que empezó a viajar más y a pasar tiempo con expertos gastronómicos como el chef Thomas Keller y el crítico gastronómico del periódico Los Angeles Times, Jonathan Gold, fallecido en el 2018.
En junio, Andrew Santis y su madre, Zoaila, asistieron a ver a Rosenthal en vivo en un preestreno de la nueva temporada del programa en el centro cultural y comunitario 92nd Street Y, en Manhattan.
“Parece que hemos pasado mucho tiempo con él”, dijo Santis, quien emigró de Guatemala a Nueva York hace 40 años. “Se nota que le encanta la comida y la gente dondequiera que va”.
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