The New York Times
Por: Carl Zimmer/The New York Times
Para prepararse para futuras pandemias, los científicos buscan pistas en el pasado.
Hace 30 años, genetistas que realizaban investigaciones históricas comenzaron a añadir nuevas pistas, como los fragmentos de ADN que algunos patógenos dejan en los esqueletos humanos. En los últimos años, la búsqueda de genes de enfermedades antiguas se ha acelerado. El 9 de julio, un equipo de científicos reveló una nueva crónica genética que documenta el surgimiento de 214 enfermedades en Europa y Asia en el curso de los últimos 37 mil años.
Los investigadores examinaron los restos de mil 313 individuos antiguos. La gran escala les permitió retrasar la aparición más temprana conocida de diferentes enfermedades y rastrear el auge y la disminución de las epidemias a lo largo de los siglos.
Los restos más antiguos que estudiaron los investigadores pertenecían a cazadores-recolectores. Sus huesos y dientes contenían una gran cantidad de patógenos, como hepatitis B, el virus del herpes y Helicobacter pylori, una bacteria que habita en el estómago. Pero esos restos no tenían rastros de algunos de los mayores asesinos de la historia reciente, como Yersinia pestis, la bacteria que causa la peste.
Perfil genético
Inicialmente, los investigadores asumieron que estas enfermedades cobrarían importancia hace unos 11 mil años. Fue entonces cuando las personas comenzaron a domesticar animales, de los cuales las nuevas enfermedades podían propagarse con mayor facilidad.
Pero el ADN antiguo contradijo esa expectativa. Los científicos descubrieron que la peste y muchas enfermedades más brincaron de los animales a las personas miles de años después, a partir de hace unos 6 mil años. Y esos microbios no brincaron a los primeros agricultores.
En lugar de ello, el estudio apunta a las tribus nómadas de Rusia y Asia. Miles de años después del inicio de la agricultura, esos nómadas comenzaron a criar grandes rebaños de ganado vacuno y otros animales.
Los científicos no pueden afirmar con certeza por qué las enfermedades habrían atacado a esos pastores en lugar de a los primeros agricultores. Martin Sikora, genetista en la Universidad de Copenhague y un autor del estudio, especuló que los rebaños contrajeron enfermedades de roedores y otros animales que vivían en las estepas. También es posible que los pastores nómadas fueran más vulnerables por vivir más cerca de grandes rebaños de animales.
Los nómadas se expandieron durante los siglos por las estepas de Asia y Europa del Este. En ese tiempo, sus patógenos proliferaron; los científicos frecuentemente hallaron varios individuos en una misma tumba con ADN de peste u otras enfermedades.
Esas epidemias fueron tan intensas que alteraron el perfil genético de los nómadas. El año pasado, los investigadores descubrieron que los nómadas experimentaron un aumento repentino de mutaciones que fortalecieron su sistema inmunológico, lo que podría haberles ayudado a resistir las enfermedades que contrajeron. Pero sus sistemas inmunológicos activos también podrían haber atacado sus propios cuerpos, produciendo enfermedades crónicas como la esclerosis múltiple.
Los científicos también descubrieron que la fiebre recurrente, una enfermedad bacteriana transmitida por piojos, alcanzó niveles elevados hace unos 5 mil años. Se volvió poco frecuente después de unos siglos, pero no desapareció. Tras algunos siglos más, reapareció y luego continuó experimentando largos ciclos de auge y caída.
No está claro qué impulsó estos cambios a largo plazo. Las epidemias de fiebre recurrente podrían haber matado a tantas personas que el microbio no pudo encontrar suficientes huéspedes nuevos para infectar. Una vez recuperada la población, pudo regresar. Pero los patógenos mismos evolucionaron al mismo tiempo, quizás hallando nuevas formas de infectar a las personas.
Eske Willerslev, genetista en la Universidad de Copenhague y un autor del estudio, dijo que descubrir los factores desencadenantes de enfermedades a lo largo de miles de años puede ayudar a los científicos a prepararse para futuras pandemias.
“Si algo ha tenido éxito en el pasado, es sólo cuestión de tiempo antes de que reaparezca”, dijo Willerslev.
©The New York Times Company 2025