Antes de Trump, Indonesia ya tenía un problema: China

China inunda Indonesia con ropa barata, desplazando fábricas locales y dejando unos 300 mil desempleados.

  • 28 de julio de 2025 a las 00:00 -
The New York Times

Por: Alexandra Stevenson y Hasya Nindita/The New York Times

YAKARTA, Indonesia — Durante más de una década, Rudi Hendri vendió ropa confeccionada localmente en un puesto dentro del mercado Tanah Abang de Yakarta. Hace tres años, un empresario chino y su traductor aparecieron con una propuesta y lo cambiaron todo.

Trajeron muestras de ropa deportiva de buena calidad y más barata que las prendas hechas en Indonesia que vendía. Rudi, de 55 años, hoy opera tres puestos y está asociado con múltiples fábricas chinas. “Si la calidad del producto es buena y el precio me conviene, lo tomo”, dijo.

Cuando el Presidente Donald J. Trump se queja de que el comercio con China está matando empleos, hace eco aquí. Indonesia lleva más de una década lidiando con la enorme influencia de China en su economía.

“El peor escenario posible no es que no podamos exportar”, dijo Redma Gita Wirawasta, director de la Asociación de Productores de Hilados de Fibra y Filamentos de Indonesia, refiriéndose a los aranceles impuestos por Trump a los productos indonesios. “El peor escenario es que más y más productos chinos lleguen a Indonesia”.

Hundir barcos

En los últimos dos años, China ha inundado a los consumidores indonesios con su ropa y se ha apoderado de fábricas locales. La competencia despiadada de los productos chinos baratos ha acabado con fábricas locales. La cadena de suministro nacional se está desmantelando. De acuerdo con estimaciones de Redma, 300 mil personas han perdido su empleo desde el 2023.

La presión se ha vuelto tan grave que el anterior Presidente de Indonesia amenazó con imponer aranceles de hasta el 200 por ciento a los productos chinos. Prabowo Subianto, el Presidente actual, incluso hizo un llamado a hundir los barcos que contrabandeaban textiles, la mayoría procedentes de China.

Los productos chinos son más baratos que los productos de fabricación local en Indonesia. El mercado Tanah Abang.

Ante la debilidad del consumo interno, las fábricas chinas, impulsadas por el apoyo gubernamental, han puesto la mira en el Sudeste Asiático por su proximidad y potencial de mercado. Tan sólo Indonesia tiene una población de 284 millones de habitantes. El ritmo de las exportaciones chinas no ha hecho más que acelerarse desde los aranceles más recientes de Trump a los productos chinos, que prácticamente han cerrado el mayor mercado de China: Estados Unidos.

Durante meses, las exportaciones chinas al Sudeste Asiático se han disparado —en junio, 17.5 por ciento contra el año anterior. Las importaciones mensuales de productos chinos a Indonesia se dispararon 51 por ciento en abril, arrojan los datos más recientes.

La solución no necesariamente consiste en erigir barreras comerciales. Indonesia se ha vuelto dependiente de China para la inversión en infraestructura. También es el mayor comprador de recursos naturales como el aceite de palma y el carbón, que impulsan la economía indonesia. Pero la capacidad de China para producir bienes baratos a gran escala, con la ayuda de subsidios gubernamentales, ha significado que Indonesia a menudo sale perdiendo en materia comercial. Su economía se ha entrelazado tanto con la de China que una estimación calcula que cuando la economía china se desacelera un punto porcentual, provoca una disminución de 0.3 puntos porcentuales en Indonesia.

A principios de la década del 2000, la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), un bloque comercial, firmó un pacto con China que obligó a sus miembros a reducir sus aranceles. Indonesia ha reducido casi todas sus barreras a los productos chinos.

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China ayudó a construir el tren de alta velocidad que parte del corazón de Yakarta y se dirige al este a 320 kilómetros por hora hasta la ciudad de Bandung, donde bodegas y puestos han vendido telas de las fábricas cercanas durante décadas. En un mercado a las afueras de Bandung, vendedores ofrecen telas chinas, que han reemplazado en gran medida a las de manufactura local.

“Aquí también lo sentimos”, dijo Erik Kurniawan, de 25 años, quien se tomó un descanso de la venta de telas en su puesto vía una transmisión en vivo de TikTok. Comentó que antes del 2021, el mercado se centraba en la venta de telas sobrantes de fábricas textiles cercanas. Ahora vende más telas de China.

Li Jialun, de 73 años, recordó una época a finales de la década de 1970 cuando dirigía fábricas en Bandung que fabricaban pantalones de mezclilla para exportar a Estados Unidos. Comentó que sus amigos habían cerrado sus fábricas porque no podían competir con China. El efecto de los cierres repercute en la economía local.

“Las fábricas no están solas; hay proveedores”, dijo Li, quien ahora es dueño de un restaurante chino. “Esos proveedores son mucho más numerosos. Por eso afectó a mucha gente. Ya no podemos competir con China”.

©The New York Times Company 2025

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Staff NYTimes
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