The New York Times
Por: Tripp Mickle y Don Clark/The New York Times
SAN FRANCISCO — Intel contribuyó a detonar la revolución de las computadoras personales y a convertir al diminuto semiconductor en el cerebro de todo, desde tostadores hasta aviones de combate.
La compañía lo logró en parte siguiendo la filosofía empresarial de su tercer empleado, Andy Grove, quien ocupó altos cargos de 1979 al 2005 y fue director ejecutivo de 1987 a 1998. Convirtió a la compañía en el principal proveedor de chips utilizados en la mayoría de las computadoras, fomentando una cultura de confrontación constructiva arraigada en su lema personal: Sólo los paranoicos sobreviven.
Pero tras la salida de Grove, Intel perdió su ventaja. La compañía desaprovechó las revoluciones de los teléfonos inteligentes y la inteligencia artificial. Flaqueó su pericia en la fabricación de chips. Y el mes pasado se convirtió en beneficiaria de una de las mayores inversiones del Gobierno estadounidense en una empresa desde la crisis financiera del 2008, cuando el Presidente Donald J. Trump anunció un trato para adquirir una participación del 10 por ciento en el negocio, con valor aproximado de 8.9 mil millones de dólares.
La trayectoria de Intel de ícono a proyecto gubernamental la convierte en la más reciente en experimentar una de las verdades más antiguas de la industria tecnológica: hasta las compañías más poderosas pueden caer.
Intel había evitado durante años la caída de otros gracias a que sus cofundadores y sus primeros empleados prolongaron su dominio. Pero no podía mantener un pie delante de las fuerzas disruptivas de Silicon Valley eternamente, dijo David Yoffie, quien formó parte del consejo de Intel durante casi 30 años y es profesor en la Escuela de Negocios de Harvard.
Caída
Intel nació en 1968 cuando Robert Noyce, inventor del microchip, y Gordon Moore, quien predijo que el rendimiento de los chips aumentaría exponencialmente, dejaron Fairchild Semiconductor para fundar un competidor. Trajeron consigo a Grove, un ingeniero de origen húngaro con un don para la disciplina administrativa.
En 1981, IBM comenzó a utilizar chips Intel en sus computadoras personales. Luego, en 1985, Microsoft desarrolló su software Windows para que funcionara en procesadores Intel. La combinación creó la “era Wintel”, cuando la mayoría de las computadoras del mundo tenía software Windows y hardware Intel.
Las ganancias de Microsoft e Intel se dispararon, convirtiéndolas en dos de las empresas más valiosas del mundo a mediados de la década de 1990.
Pero en los años posteriores, comenzaron a aparecer grietas. Paul Otellini, director ejecutivo de Intel del 2005 al 2013, rechazó una solicitud de Apple para fabricar chips para el primer iPhone. Consideró que el precio ofrecido por Apple era demasiado bajo. Posteriormente expresó su arrepentimiento: “El mundo habría sido muy diferente si lo hubiéramos hecho”, declaró a The Atlantic en el 2013.
Intel a menudo impulsaba proyectos para nuevos productos, sólo para cancelarlos al perder la paciencia los líderes o al decepcionar la tecnología.
Uno de esos proyectos era un chip capaz de realizar muchos cálculos a la vez, emulando chips conocidos como unidades de procesamiento gráfico que son cruciales para los videojuegos y que terminarían impulsando aplicaciones de IA. Pero el chip gráfico no funcionó, por lo que Intel lo abandonó.
Intel también se rezagó en la fabricación de semiconductores debido a retrasos en el perfeccionamiento de nuevos procesos de producción. Esto permitió que rivales como Taiwan Semiconductor Manufacturing Company y Samsung Electronics la superaran entre el 2015 y el 2019.
En 2021, Intel pidió a Pat Gelsinger, un ex alto ejecutivo, que regresara. Gelsinger ideó un plan para recuperar el liderazgo de Intel en la manufactura vía la introducción de cinco nuevos procesos de producción en cuatro años.
Pero a medida que Intel se centraba en la manufactura, la demanda de unidades de procesamiento gráfico se disparó en el 2022 y 2023 después de que una startup de inteligencia artificial, OpenAI, usó los componentes para entrenar su sistema ChatGPT. Nvidia, rival de Intel, se especializó en esos chips. Las ventas de Intel se desplomaron a medida que las empresas de computación en la nube se volcaban a los chips de Nvidia.
En diciembre pasado, Intel despidió a Gelsinger y designó a Lip-Bu Tan, ejecutivo de semiconductores, para revitalizar la empresa.
Mientras tanto, Nvidia se ha convertido en la empresa pública más valiosa del mundo, con valor de más de 4.1 millones de millones de dólares. Intel está valuada en 107 mil millones de dólares.
©The New York Times Company 2025