El féretro con los restos de la reina Isabel II permanecen en el Palacio de Westminster, la parte más antigua del Parlamento, una sala majestuosa del siglo XI que es el embrión institucional del Reino Unido.
Miles y miles de personas desfilan ante ella desde que el miércoles se trasladaran sus restos a este reciento para que los británicos puedan rendir tributo a la única reina que la mayoría conoció, y a una figura que gozó del raro privilegio del afecto casi unánime de su país.
El féretro está cubierto con el estandarte real, la corona imperial y su cetro, con velas en cada esquina.
Un grupo de guardias en uniforme ceremonial están apostados alrededor del catafalco constantemente, una tarea presumiblemente agotadora que hizo que uno de ellos se desmayase la pasada noche.
Las imágenes del guardia cayendo de bruces frente al ataúd de la reina se viralizaron en redes sociales.
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La transmisión de la cadena BBC se interrumpió durante unos minutos mientras se le prestaba atención al uniformado.
El ministro de Defensa, Ben Wallace, miembro de la Real Compañía de Arqueros, hizo un turno de guardia.