06/12/2025
04:59 PM

Ser millonarios fue su maldición

El 70% de los que reciben dinero inesperado lo pierden en tan solo un par de años, según el Fondo Nacional para la Educación Financiera de EUA.

Washington, Estados Unidos

Tras ganar 314 millones de dólares en 2002, Jack Whittaker tenía el plan más noble de todos: ayudar y ayudar al más no poder.

En ese entonces el ganador del premio mayor de la lotería Powerball y dueño de una compañía de construcción en West Virginia dijo que quería pagar el diezmo a la Iglesia de Dios, volver a contratar a algunos de los trabajadores que había despedido, y empezar una organización benéfica. Podría comprar un helicóptero y definitivamente iba a mimar a su hija y a su nieta, indicó.

“No voy a comprar nada para mí”, expresó durante una conferencia de prensa en la que se anunciaba su buena fortuna. “Lo primero que voy a hacer es ir a casa. Me voy a sentar y voy a hacer tres cheques para tres pastores, por el 10% de este dinero. Eso es lo primero que voy a hacer”. Whittaker, quien ya era millonario gracias a su compañía, dijo que el dinero no lo iba a cambiar en lo absoluto. Su vida seguiría como hasta ahora.
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Si de mí depende, no va a cambiar. Estoy contento con mi vida”, le dijo a los reporteros. “No la voy a cambiar mucho”.

Aún así, para el 2007, cuatro años después de lo que tendría que haber sido el día mas afortunado de su vida, Whittaker era un hombre acabado; había perdido a su nieta a causa de las drogas y tenía fama de conducir bajo los efectos del alcohol, frecuentar clubes nocturnos y ser asaltado. Formalizó su divorcio al año siguiente. Su hija murió un año después.

Quedó en la ruina

En enero del 2007, al responder a una queja de que no había pagado lo acordado a una mujer que aseguraba haber sido acosada por él en un canódromo, Whittaker presentó una declaración al Tribunal de Circuito de Kanawha, en la que indicaba 'El 11 de septiembre, un grupo de bandidos entraron a 12 distintas sucursales del City National Bank, cobraron 12 cheques y se llevaron todo mi dinero”. “Quiero pagar, pero no puedo si no tengo dinero”, decía la declaración. Whittaker, por supuesto, es el representante perfecto de los ganadores de la lotería que pierden el rumbo; seguramente hay muchos otros felices ganadores que tomaron su dinero y siguieron viviendo su vida en calma, y solo fueron mencionados una vez más en el periódico local.

Otros desafortunados

Hace unos meses, Urooj Khan, un hombre descrito como un exitoso y trabajador inmigrante indio, murió de envenenamiento por cianuro el día después que ganó 425,000 dólares en un boleto raspable de lotería.

No han arrestado al responsable.

El propio hermano de William “Bud” Post supuestamente trató de matarlo después que ganó 16.2 millones de dólares en un juego de lotería estatal en Pensilvania, en 1988. A pesar de que su hermano fue enviado a prisión, los gastos y comportamiento imprudente de Post lo dejaron en la quiebra y divorciado antes de morir en el 2006 a causa de un fallo respiratorio.

Pero están los casos extraños como el del hombre británico, quien despilfarró la lotería de 9.7 millones de libras que se ganó en 2002, gran parte en cocaína y prostitutas, solo para verse de nuevo trabajando como recolector de basura para 2010.

Y la fabricante de pelucas de St. Louis, quien ganó 18 millones de dólares en 1993, solo para gastarlo en causas políticas y filantrópicas, se declaró en bancarrota cuatro años después.

Está también la mujer de Nueva Jersey, quien se ganó la lotería dos veces -un gran total de 5.4 millones de dólares- pero fue tan incapaz de dejar los juegos de azar, que terminó viviendo en un remolque luego de perder la mayor parte de su dinero en los casinos de Atlantic City. Jim McCullar vio señales espeluznantes antes de siquiera cobrar la mitad de su premio de 380 millones de dólares de la lotería Mega Millions en 2011; le dijo a CNN que temía ser dado a conocer como el ganador porque “todo lo que veíamos eran depredadores, y teníamos miedo de hacer algo hasta llegar al lugar con protección de la Policía”.