España se comprometió este martes a destruir todas sus bombas de racimo en un plazo de siete meses, la víspera de la firma en Oslo por un centenar de países del tratado que prohíbe este tipo de armas.
En junio de 2009, 'sólo quedarán en nuestros arsenales aquellas bombas estrictamente necesarias para que nuestros zapadores e ingenieros aprendan a desactivarlas', afirmó la ministra española de Defensa, Carme Chacón, en una visita a la empresa Faex, encargada de su destrucción.
En total, España destruirá más de 5,500 bombas de racimo o de fragmentación, de ellas 4,600 granadas de mortero fabricadas en España y 600 bombas de racimo estadounidense, con un coste total de unos cinco millones de euros, según un comunicado del ministerio de Defensa.
España estará así 'a la cabeza de los Estados que acordaron la erradicación de las bombas de racimo' destruyendo 'antes de los plazos previstos, las 100 primeras municiones de este tipo'
El gobierno español había anunciado en julio una 'moratoria unilateral' en la fabricación y venta de bombas de racimo, anticipándose así a la aplicación del tratado que debe firmarse el miércoles en Oslo.
Esta convención, concluida por 111 países, prohibirá la producción, utilización, almacenamiento, comercio y transferencia de estas armas particularmente mortíferas entre la población civil tras un conflicto.
Compuestas de un contenedor (obús, misil, cohete) que puede llevar hasta 650 mini-bombas, este tipo de munición puede ser disparada con medios aéreos o terrestres (cañón, mortero, lanzagranadas)
Pero, según Handicap International, entre un 5% y un 40% de estas mini-bombas no explotan al primer impacto convirtiéndose en minas antipersonas, mortales para la población civil.