Israel
Millones de papelitos conteniendo peticiones se observan en las ranuras de las piedras eternas del Muro de los Lamentos.
Hasta ese lugar, considerado el más sagrado de los judíos, llegan miles de turistas de todas partes del mundo para vivir una experiencia única.
Interesante
La importancia de estar frente al
Muro Occidental es que los judíos sienten ahí por primera vez su judaísmo. El muro ha resistido al tiempo, ha sido testigo de épocas de guerra y épocas de paz, de destrucción y renacimiento.
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Su nombre en hebreo es Hakótel Hama’araví y en español simplemente Muro Occidental, pero también es llamado Muro de los Lamentos o Muro de las Lamentaciones.
Es uno de los sitios obligados para quien visita Jerusalén por su historia y lo que representa para el pueblo judío.
Llegar hasta el muro es una experiencia única. Es común encontrar grupos grandes de turistas de todo el mundo orientados por los guías. Por las calles que dan acceso al histórico lugar también caminan musulmanes, judíos, armenios y cristianos que visten sus atuendos tradicionales.
Esa combinación de historia con la particularidad de sus ropas vuelven mágicos esos momentos y nos remontan a los tiempos de Jesucristo.
Las ceremonias de Bar y Bat-Mitzvá se realizan en la plaza.
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Visita santa
LA PRENSA realizó un recorrido por el emblemático lugar guiados por Arrecife Tours y Special Tours para conocer detalles de Tierra Santa.
Dato
Durante generaciones ha oído plegarias y los anhelos de próximos y distantes.
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Un lunes tuvimos la oportunidad de presenciar varias ceremonias de Bar Mitzvá que es la iniciación de la persona judía en la vida adulta.
Las familias escogen celebrar esa ceremonia en el muro porque es el lugar que más arraigado está en el corazón de todo judío, pero no es el único en donde pueden realizar la ceremonia, también lo hacen en las sinagogas.
Los niños leen por primera vez públicamente el Pentateuco que son los primeros cinco libros de la Biblia.
Miles de peticiones son llevadas y depositadas en medio de las piedras del Muro.
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Siglos y siglos
La historia relata que durante los últimos 2,000 años, el Muro Occidental se ha convertido en el centro de la memoria y las añoranzas del pueblo judío.
Es el único vestigio que quedó del Gran Templo que destruyeron los romanos y la presencia divina nunca abandonó el Muro.
Recuerdan que mucho antes de que el templo fuera establecido en ese monte, Abrahan llegó para sacrificar a su hijo Isaac. Pero el punto culminante fue cuando Salomón construyó el templo, destruido por Nabucodonosor en 586 a.C. y fue reconstruido 70 años más tarde.
Lo restauró Herodes con un esplendor único y en el 70 d.C fue destruido por los romanos, y a pesar de que fue quemado por completo y sus piedras dispersas, el muro se mantuvo intacto.
Las mujeres y hombres ingresan al área de oración del Muro por separado.
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Un lugar sagrado
Por donde ingrese es necesario someterse a un control de seguridad.
Revisan las mochilas y todo lo que se lleva porque el lugar es un sitio singular de oración y es símbolo de la unidad nacional judía.
Tras pasar por el control, se llega a la plaza que es una explanada abierta que se ubica frente a un sector del Muro.
Éste espacio permite, por un lado, un digno acceso al sitio sagrado y también sirve para ceremonias públicas, entre ellas la bendición de los sacerdotes durante las festividades de pascua y tabernáculos.
Además del encendido de velas en ceremonias, el juramento de los nuevos reclutas de la policía y ejército así como la recordación de los soldados caídos y del Día de la Reunificación de Jerusalén.
Esa explanada es el sitio popular para la celebración de las ceremonias judías de Bar y Bat-Mitzva.
El espacio frente al muro se divide en un sector de hombres y de mujeres. En la zona de las plegarias los hombres ingresan con su Kipá en la cabeza.
Mientras que en la zona de las mujeres no es obligatorio que ingresen cubiertas de la cabeza, pero sí con vestimenta apropiada y recatada.
De acuerdo con los trifolios que están a la entrada del sitio el Muro Occidental es un vestigio del templo sagrado y es un lugar de plegarias, por lo que la vestimenta no recatada representa una ofensa tanto para el sitio como para quienes rezan en él.
No se puede ingresar con pantalones cortos ni camisas sin mangas.
En la entrada hay una persona que orienta y vigila para que los que ingresan, sobre todo las mujeres, cumplan con esas reglas.
Si no reúnen los requisitos en el vestuario, ellos prestan un chal para que se cubran, “no dejen de visitar el lugar y puedan llevar sus peticiones al Muro”, dicen los guías.
El guía Ricardo Cohen dice que el Muro es el lugar más sagrado hoy en día para el pueblo judío.
“Es el lugar más cercano al templo de Jerusalén al que podemos llegar”, asegura.
El Shabat (día de reposo) abarca desde la puesta del sol en la tarde del viernes, 6:00 pm, hasta el anochecer del sábado (veinticinco horas son guardadas por los judíos).
En ese lapso hay paz, tranquilidad y santidad. Hay plegarias matutinas, la lectura semanal de la Torá, Kidush y comida del día, descanso de Shabat, estudio y la tercera comida.
Ese día del shabat y los festivos no se puede fumar, tomar fotos, notas, ni utilizar el teléfono en la zona del Muro, según las orientaciones de la Fundación para el Legado del Muro Occidental. Todos somos iguales frente al Muro y la experiencia de tocar las frías piedras y hacer peticiones es indescriptible, así como observar la forma en que los peregrinos muestran su fe.
La periodista Lisseth García de LA PRENSA visitó el lugar más sagrado para los judíos.
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