13/06/2025
08:26 PM

Mujer ya había intentado agredir al Papa

La agresión a Benedicto XVI en plena Basílica de San Pedro al comienzo de la Misa de Gallo demuestra los límites de la seguridad del Vaticano, pese a la rápida intervención de la escolta del Papa.

    La seguridad papal fue reforzada tras el atentado contra Juan Pablo II, pero este dispositivo no es infalible, como lo demostró el ataque del jueves contra Benedicto XVI, quien ya fue víctima en varias ocasiones de tentativas de agresiones.

    Según los escasos datos hechos públicos por los servicios de seguridad de los papas, alrededor de 350 personas trabajan en esta labor: 110 miembros de la Guardia Suiza, el ejército personal de los sumos pontífices, un centenar de miembros de la Gendarmería del Vaticano y 140 oficiales, suboficiales y agentes de la policía italiana.

    La agresión a Benedicto XVI en plena Basílica de San Pedro al comienzo de la Misa de Gallo demuestra los límites de la seguridad del Vaticano, pese a la rápida intervención de la escolta del Papa.

    Una mujer, aparentemente desequilibrada, logró saltar las barreras de seguridad y tirar al suelo a Benedicto XVI, antes de ser interceptada por los servicios de seguridad.

    El año pasado trató la realizar la misma acción, igualmente en la Misa de Gallo en la Basílica de San Pedro, pero fue interceptada antes de llegar al Papa.

    En junio de 2007, un alemán de 27 años, también desequilibrado, saltó la barrera que le separaba de la avenida en la que avanzaba el Papamóvil, al principio de la audiencia general en la Plaza de San Pedro. Fue controlado en unos segundos por varios hombres de la escolta y el Papa no parecía haberse dado cuenta del incidente.

    Según la agencia de informaciones religiosas i.media, un polaco también había tratado de acercarse al Papa en diciembre de 2008 en la Basílica de San Pedro.

    Las medidas de seguridad fueron ampliamente reforzadas tras el atentado del 13 de mayo de 1981 contra Juan Pablo II, que resultó gravemente herido por bala en la Plaza de San Pedro, y sobre todo en los últimos años, frente a la amenaza de atentados terroristas contra el Vaticano.

    La Plaza de San Pedro está delimitada por barreras metálicas pero su acceso es libre, salvo durante las audiencias generales: entonces los fieles tienen que pasar por unos pórticos de seguridad. Para acceder a la Basílica de San Pedro es obligatorio pasar por un detector de metales.

    Los patrulleros de la policía italiana así como la escolta en moto uniformada están constantemente presentes en los lugares, también vigilados por cámaras de seguridad.

    Estas medidas se refuerzan habitualmente en circunstancias especiales, durante los días de afluencia excepcional como la Pascua y la Navidad. Francotiradores toman posiciones en los techos de los edificios vecinos y se recurre a unidades caninas adiestradas para buscar explosivos.

    También se movilizan helicópteros, coches blindados, vehículos todoterreno y ambulancias y los hospitales próximos al Vaticano están puestos en estado de alerta.

    'Es imposible que unos hombres y unos medios técnicos garanticen de forma absoluta la seguridad del Sumo Pontífice. Una seguridad total alrededor del jefe de la Iglesia católica podría limitar su acción pastoral', declaró en su día el prefecto Enrico Marinelli, antiguo dirigente del puesto de la policía italiana ante el Vaticano.