22/06/2025
10:03 PM

Fiesta y mujeres, la perdición de los narcos

El operativo en que murió Arturo Beltrán Leyva, se inició, según autoridades, tras la detención hace una semana de músicos y prostitutas, en una fiesta organizada para sus lugartenientes.

El operativo en que murió Arturo Beltrán Leyva, el tercer capo más buscado en México, se inició, según autoridades, tras la detención hace una semana de músicos y prostitutas, en una fiesta organizada para sus lugartenientes.

La debilidad de los narcotraficantes por las celebraciones ostentosas, mujeres bellas y música de corridos parece ser su talón de Aquiles.

Una larga lista de capos cayeron desde fines de 2008 en operaciones en que las autoridades irrumpieron en fiestas, cumpleaños, matrimonios y hasta bautizos.

Beltrán Leyva, conocido como “El Barbas” y que se proclamaba como “El jefe de jefes”, murió en un enfrentamiento el miércoles con infantes de marina, apoyados por el Ejército, en un complejo residencial de Cuernavaca, 90 km al sur de la capital.

El 11 de diciembre, varios de sus hombres fueron capturados en una localidad vecina mientras celebraban una ‘posada’, el tradicional festejo prenavideño mexicano.

Cantante

También fueron detenidas y liberadas luego 24 prostitutas y varios músicos, entre ellos Ramón Ayala, intérprete ganador de cuatro Grammy e integrantes del “Los cadetes de Linares” un popular conjunto de la llamada música ‘grupera’.

Una fuente de la Procuraduría dijo a periodistas que la acción en que murió Beltrán pudo realizarse gracias a que algunos de los detenidos informaron que el capo huyó herido.

El clan de los cinco hermanos Beltrán Leyva es acusado por Washington de introducir a Estados Unidos unas 200 toneladas de cocaína y otro tanto de heroína entre 1990 y 2008. “El Barbas” no es el único de la familia víctima de su debilidad por los placeres. Su hermano Alfredo, fue sorprendido por militares en enero de 2008 en un encuentro amoroso clandestino al que acudió desprotegido.

Su captura desató una guerra entre los Beltrán Leyva y su socio Joaquín “Chapo” Guzmán, que ha cobrado cientos de muertos.

Su relax

Las fiestas “son un gran espacio propio en el que los capos superan la barrera de la miseria”, comentó el escritor Elmer Mendoza, que analizó el tema para su novela “Balas de Plata”, ganadora del premio Tusquets.

Para los capos “hacer una gran fiesta con su música y llenarla de mujeres hermosas es una forma de demostrar éxito”, apuntó.

Así lo corroboran otras capturas. En octubre de 2008, 15 narcotraficantes, entre ellos 11 colombianos, cayeron mientras festejaban en las afueras de la capital mexicana en una lujosa mansión con puertas talladas en madera preciosa y zoológico privado.

Santiago Meza, alias “El Pozolero”, apodado así por su macabra misión de disolver en ácido los cuerpos de unos 300 enemigos, fue detenido en enero pasado tras una fiesta de varios días en Tijuana con música norteña, coches sin placas y prostitutas entrando y saliendo.

Sus compañeros huyeron, pero “El Pozolero” estaba tan intoxicado que no se dio cuenta y cuando lo tendieron con las manos en la nuca sobre la arena dijo: “No saben con quién se meten”, narró el periodista Héctor de Mauleón, quien documentó el episodio.

Rafael Cedeño, una suerte de predicador encargado de animar a los sicarios del cártel de “La Familia” con proclamas seudo-religiosas, cayó en abril mientras festejaba un bautizo en un hotel de Morelia, capital de Michoacán, a donde llegaron unos 400 militares.

La música escuchada en esas fiestas es también “un asunto cultural”, agrega Mendoza. Los narcos “tienen una tendencia a lo intenso y el corrido siempre está unido a las hazañas”, muchos tienen canciones en su honor que les gusta oír, apunta.

Este escritor dice preferir contar sobre los viejos narcotraficantes que “vivían en mansiones, tenían esposas gordas y trataban con gobernadores, presidentes y militares, pero eran menos proclives a la violencia”.

“Pero sin duda a todos les gustan las mujeres hermosas” y todos, los de antes y ahora, seguirán haciendo fiestas pues para ellos “es la hora del relax, en la que no tienen límites, el punto en que equiparan su vida a la gente normal”.

“Jefe de jefes”

Beltrán Leyva nació el 21 de septiembre de 1961 en la población de Tameapa, parte del municipio de Badiraguato, en el estado de Sinaloa y era el mayor de cinco hermanos, la mayoría de los cuales integra uno de los carteles más fuertes de México, que lleva por nombre sus apellidos.

Un informe de la División de Delitos Contra la Salud de la fiscalía mexicana señala que Arturo Beltrán Leyva fue entre 1997 y 2008 el principal operador de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, máximo líder del cartel de Sinaloa, en los norteños estados de Nuevo León y Tamaulipas.

En sus días como lugarteniente de “El Chapo”, Arturo Beltrán Leyva se encargó de la zona comprendida por los estados de Sonora, Sinaloa, Guerrero, Chiapas y la ciudad de Monterrey, y se ocupó de “amarrar” una alianza con los líderes del cartel colombiano del Norte del Valle, según el documento de la fiscalía.

Sin embargo, su alianza con el cartel de Sinaloa terminó abruptamente en enero de 2008, tras la detención de su hermano Alfredo Beltrán Leyva, alias “El Mochomo”, de cuya captura responsabilizó a “El Chapo” Guzmán.

A raíz de este incidente el clan de los hermanos Beltrán Leyva se formalizó como una organización criminal independiente e inició una guerra a muerte con sus antiguos socios sinaloenses, para lo cual se aliaron con el poderoso cartel del Golfo y su brazo armado, Los Zetas.

La Fiscalía mexicana ofrecía unos 2.3 millones de dólares por información que permitiera la captura de Arturo Beltrán Leyva, quien tenía a su mando a su hermano Mario Alberto Beltrán y a Edgar Valdéz, alias “La Barbie”, jefe de sicarios del clan y quien supuestamente lo inició en el negocio de las drogas.

Poderío

En 2008 las autoridades mexicanas destaparon una gigantesca red de corrupción que mantenían los Beltrán Leyva con altos funcionarios de la Procuraduría General de la República (PGR, fiscalía), la Subprocuraduría de Investigación Especializada en Delincuencia Organizada (Siedo), la Policía Federal (PF) e Interpol.

Por estos hechos permanecen arrestados el ex zar antidrogas de México durante los dos primeros años de gobierno del presidente Felipe Calderón (2006-2012), el ex coordinador general técnico y el ex director general de Inteligencia de la Siedo, y el ex jefe de la oficina de Interpol en México, algunos de los cuales recibieron pagos de los Beltrán Leyva de hasta 450 mil dólares mensuales.

Al capo fallecido se le atribuyen este año el asesinato de decenas de personas en los estados de Guerrero y Morelos, en cuyos cuerpos, algunos brutalmente descuartizados, fueron dejados mensajes que indicaban que las muertes eran obra de “El jefe de jefes”, como empezó a llamarse a sí mismo Beltrán Leyva en los últimos meses.

También se le acusa de ser el autor intelectual del homicidio, en 2008, del comisionado Edgar Eusebio Millán Gómez, coordinador de Seguridad Regional de la Federal Preventiva, PFP.

La carrera criminal de “El jefe de jefes” concluyó ayer en un edificio de lujo de la ciudad de Cuernavaca, a 94 kilómetros al sur de Ciudad de México, donde el capo murió completamente rodeado por marinos mexicanos que le seguían la pista.

“El Barbas” cayó abatido frente a la puerta de su apartamento, el cual quedó completamente destruido por cientos de disparos y decenas de explosiones de granadas. EFE/AFP