18/01/2025
11:50 PM

Elecciones legislativas, el termómetro de Chávez

La oposición venezolana no sabe si reír o llorar. Por primera vez amenaza seriamente la hegemonía electoral de Hugo Chávez, gracias a la crisis económica y a la unidad conseguida tras esfuerzos y desencuentros.

La oposición venezolana no sabe si reír o llorar. Por primera vez amenaza seriamente la hegemonía electoral de Hugo Chávez, gracias a la crisis económica y a la unidad conseguida tras esfuerzos y desencuentros. Pero estas esperanzas pueden mutar en decepción si el PSUV y sus aliados salen triunfantes por duodécima vez, aunque sea de forma apretada.

Tan ajustadas están las encuestas que la balanza se puede decantar de un lado u otro y por escaso margen. Otra cosa muy distinta es el número de escaños, donde pocos dudan de que los diputados de Chávez no vayan a ser mayoría.

¿Por qué? Los cálculos de los analistas de Miraflores señalan que con un escaso 52% de los votos, el chavismo podría obtener los codiciados 110 diputados frente a los 55 de la oposición, con lo que Chávez seguiría gobernando sin control parlamentario. }¿Objetivo?

“Radicalizar el proceso” para acelerar la transición desde el “estado burgués” al “estado comunal”. Los consejos comunales están controlados por sectores afines al Gobierno.

La nueva ley electoral, no proporcional, es el cómplice ideal para los planes de Chávez, ya que prima los bastiones chavistas del interior sobre las grandes ciudades de la oposición. Un diputado del interior puede costar sólo 50.000 votos, frente al cuarto de millón necesario en Zulia o Caracas. Esta legislación fue concebida con esa intención. Incluso cambió el tradicional mapa electoral venezolano, creando nuevos circuitos electorales frente a la clásica distribución por estados. Con ello se pretende la imposición de la mayoría gubernamental en zonas no chavistas.

Ramón Aveledo, secretario ejecutivo de la MUD, no sólo se han enfrentado a este galimatías numérico durante la campaña.
Convertido en el hombre bueno de la coalición, ha lidiado con las ansias de poder de un conglomerado multipartidista y rompecabezas ideológico que sólo tienen en común su rechazo a Chávez.

Entre todos ellos tiene que salir el candidato que se enfrente al líder bolivariano en 2012. Antonio Ledezma, alcalde de Caracas; Capriles Radonski, gobernador de Miranda; y Leopoldo López, inhabilitado en una argucia oficialista, parten como favoritos para una nominación que será muy reñida.

Pequeñas fuerzas

Haciendo balance de la campaña, Aveledo ha confesado la impotencia de su coalición ante el gigantesco derroche del aparato electoral chavista. “Estas desigualdades no nos hacen temer, sino que nos refuerzan para exigir a la Asamblea Nacional que controle al Ejecutivo”, enfatizó el líder opositor. La nueva demostración de fuerza del oficialismo durante el cierre de campaña no ahorró medios. Caracas se tiñó de roja, con caravanas desde distintos puntos de la ciudad. Los fuegos artificiales adornaron la noche. Disfrutando de ellos, María Luisa, un ama de casa que participa en varias de las misiones sociales del Gobierno, hacía pública su fidelidad: “¡Yo siempre con mi comandante!”, exclamó.

El oficialismo no tiene ningún pudor. Vicente Díaz, el único rector no chavista del Consejo Nacional Electoral, denunció que el 90% de los espacios informativos de la tv pública sólo promueve a los candidatos de Chávez. Aún más allá, Chávez no ha dudado en encadenarse varias horas todos los días. Eso sí, ayer de forma sorprendente, alabó la independencia de Venevisión, un canal privado.

Para mañana se espera un despliegue parecido en la “Poderosa Ofensiva Demoledora”, como ha bautizado Chávez en su twitter a la jornada electoral. Distintas fases (“ataque sostenido”, “arrollamiento demoledor” y “ofensiva hacia la victoria”) que facilitarán el “multimillonario operativo de movilización que tiene preparado el gobierno”, tal y como denunció Aveledo.

¿Y cuál será la estrategia de la oposición frente al inmenso poder del Estado? La picaresca: utilizar este operativo para ir a votar, confiados en que no conocerán el color de la papeleta.