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El rostro infantil de la migración: viajan solos y muchos mueren

  • Actualizado: 17 octubre 2015 /

Según datos de la la OMM, han muerto o desaparecido 3,100 personas al cruzar el Mar Mediterráneo en estos meses de 2015

Belgrado, Serbia

El 28 de septiembre, Ali Abdul-Halim, de 17 años, y su hermano Ahmad, de 15, llegaron a la isla griega de Lesbos en una embarcación junto a otros refugiados procedentes de Siria, Iraq y Afganistán.

Todos los niños que había a bordo iban con sus padres; todos, excepto Ali y Ahmad. Los hermanos, considerados menores no acompañados, habían viajado juntos desde su hogar en Baalbak, en el Líbano, primero hasta Turquía y luego hasta Grecia, pero sus padres se quedaron atrás.

Su familia los mandó a Europa porque la presencia de grupos armados había convertido su comunidad en un lugar poco seguro. Además, la familia estuvo envuelta en una disputa sangrienta en la que las vidas de Ali y Ahmad quedaron directamente amenazadas. “No hay seguridad. No hay trabajo. Pero sí hay muerte, todos los días”, dice Ali.

Durante el viaje, mientras cruzaban el mar, empezó a entrar agua en la embarcación y la gente temió que pudiera hundirse. En esos momentos de tensión, Ali solo podía pensar en su familia. “Primero, pensé en mi madre”, dice Ali.

“Estaba muy, muy, muy asustado y lo pasé mal, pensábamos que podríamos morir de un momento a otro porque no sabemos nadar. No era una embarcación muy buena, era simplemente una barca de goma que se balanceaba hacia adelante y hacia atrás, y tenía tanto peso que podía volcarse en cualquier momento”.

Foto: La Prensa

Cientos de niños y bebés viajan en lanchas sobrecargadas que buscan llegar a las costas griegas, puerta de entrada a Europa.

Foto: La Prensa

Miles de niños viajan miles de kilómetros y cruzan fronteras por tierra para llegar a Alemania.
Ya en la costa rocosa de Lesbos, después de lavarse, Ali telefoneó a sus padres para darles un mensaje corto pero cargado de esperanza: “Hola, llamo para tranquilizaros. He llegado a salvo a Grecia”.

Ali y Ahmad planean continuar su viaje por Grecia y otros países del sudeste de Europa, con la intención de llegar finalmente a Alemania. “Me encanta Alemania”, dice Ali. “Tengo el presentimiento de que mi futuro está ahí. Tengo amigos allí y me han dicho que hay trabajo, así que podré vivir con dignidad”.

Ali ha asumido la responsabilidad de su hermano pequeño para este viaje y para el futuro: el papel que tiene en su familia, ahora como adulto, de trabajar y cuidar de su hermano pequeño, a pesar de tener 17 años y ser, técnicamente, solo un niño. “Mi sueño es ser un hombre, un buen hombre, con dinero, capaz de ayudar al resto del mundo, empezando por mi familia”, dice Ali.

Ellos dos forman parte de una crisis dentro de otra crisis: los menores que viajan separados y no acompañados. Esta es solo una de las miles de historias escondidas entre los cientos de niños que han llegado a Europa tanto por tierra como por el Mar Mediterráneo.

Muchos pequeños, contrario a Ali y Ahmad, tienen la suerte de viajar con sus padres y, en medio de los peligros, tienen el afecto de un ser querido que les brinda seguridad. Aunque no todos logran llegar con vida a Europa. Es el caso del pequeño sirio de tres años, Aylan Kurdi, quien murió en septiembre junto a su hermano de cinco (Galip) y su madre en las costas de Turquía.

Foto: La Prensa

Más de 600 mil refugiados han llegado a europa por tierra y mar.