Más de un cuarto de millón de personas ocuparon el corazón de El Cairo el martes, llenando la plaza principal de la ciudad en lo que ha sido la manifestación más grande en una semana para exigir que el presidente Hosni Mubarak renuncie luego de casi 30 años en el poder.
Ríos de personas convergieron en la plaza Tahrir (Liberación), entre ellas muchas personas que desafiaron una paralización del transporte decretada por el gobierno y que llegaron desde la provincias rurales en el Delta del Nilo.
Marchaban hombro con hombro, maestros, campesinos y profesionales sin empleo, mujeres con la cara velada y mujeres de tacos altos, empleados de traje y corbata y obreros en ropa de trabajo.
Los soldados en retenes en torno de la plaza no hacían nada para detenerlos. Hubo concentraciones en por lo menos cinco ciudades más.
El ejército prometió el lunes que no dispararía contra los manifestantes, señal de que el apoyo de las fuerzas armadas a Mubarak empieza a decaer a medida que cobra fuerza una extraordinaria explosión de malestar y reclamos de democracia.
Los manifestantes dijeron que quieren la caída de Mubarak para el viernes.
'Este es su fin. Ya es hora', dijo Musab Galal, un graduado universitario desocupado que llegó con sus amigos desde Manoufiya, en el Delta del Nilo.
De lograr su objetivo, Mubarak sería el segundo líder árabe expulsado del poder por una revuelta popular en la historia moderna del Medio Oriente.
El movimiento, desorganizado y espontáneo, es alimentado por el profundo malestar frente a un régimen autocrático al que se acusa de desconocer las necesidades de los pobres y permitir el florecimiento de la corrupción y los abusos. Luego de años de control estatal implacable y alentados por la caída del presidente tunecino, los manifestantes iniciaron una serie protestas sin precedentes en esta nación de 80 millones de personas, el país más poblado de la región y el centro de la producción literaria, musical y cinematográfica en árabe.
El debilitamiento de Mubarak ha obligado al mundo a prever la caída de un régimen que ha mantenido la paz con Israel durante tres décadas y una estabilidad relativa a pesar de la amenaza interior del terrorismo islámico, al tiempo que se ampliaba la brecha entre ricos y pobres y su falta de respeto por los derechos humanos era objeto de críticas crecientes.
Casi la mitad de la población vive en o por debajo de la línea de pobreza calculada por el Banco Mundial, con un ingreso de 2 dólares diarios.
Efectivos militares y tanques, tanto de la era soviética como los nuevos Abrams de fabricación estadounidense, ocupaban los accesos hacia Tahrir, una plaza céntrica rodeada por la sede de la Liga Arabe, el campus de la Universidad Americana, el célebre Museo Egipcio y el Mugamma, un enorme edificio que aloja decenas de departamentos de la burocracia gubernamental, conocida por su corrupción e ineficacia.
Los manifestantes empezaban a mostrar cierto grado de organización. Voluntarios que llevaban parches con la leyenda 'Seguridad Popular' circulaban entre la multitud, diciendo que andaban en busca de infiltrados del gobierno que intentaran instigar actos de violencia.