19/12/2025
03:27 AM

Viven sobre los restos de una civilización

Cuando don Omar López llegó a vivir a la comunidad de Los Naranjos en el municipio de Santa Cruz de Yojoa, no sabía que en el solar de su casa había enterrado un tesoro que incluye restos de la cultura lenca.

Cuando don Omar López llegó a vivir a la comunidad de Los Naranjos en el municipio de Santa Cruz de Yojoa, hace más de treinta años, no sabía que en el solar de su casa había enterrado un tesoro que incluye restos de la cultura lenca.

“He encontrado un sinnúmero de piezas arqueológicas, como piedras, parte de ollas, metales y huesos, por lo que he descubierto que aquí fue un cementerio”, manifestó.

Tampoco sabía el resto de habitantes de la pequeña comarca que bajo los promontorios de tierra que se veían por todos lados se escondían vestigios de lo que fue una ciudadela lenca.

Un vecino de don Omar manifestó que en su solar también encontraron una pieza hecha de piedra con la que al parecer los lencas hacían sus medicinas a base de hierbas molidas.

Hay, incluso, una lujosa residencia edificada en la cima de una colina, que guarda en sus entrañas tesoros arqueológicos.

Emporio bajo tierra

Los Naranjos comenzó a desarrollarse en 1954, a orillas del Lago de Yojoa, entre la gran cantidad de montículos sobre los cuales los habitantes iban construyendo sus viviendas.

Los últimos lencas habían estado allí hasta 1803, luego desaparecieron, dejando su emporio bajo tierra, según dice Ana López, la compañera de don Omar. Ella comenzó a interesarse por el desarrollo de aquella cultura después de darse cuenta que la propiedad que le heredaron sus abuelos estaba repleta de piezas valiosas para la arqueología.

“Éstos posiblemente eran huesos de jaguar que los lencas sacrificaban. Luego regaban con su sangre la tierra para que fuera más fértil”, dice mientras muestra fragmentos de una osamenta que su esposo encontró en el patio.

La cabeza del animal era sepultada con cuatro vasijas de arcilla, en cada una de las cuales depositaban una piedra de jade, según su relato.

Nadie en Los Naranjos y sus alrededores sabía que estaban viviendo sobre una ciudad antigua, hasta que hace algunos años llegó una brigada de franceses quienes al observar detenidamente el sitio llegaron a la conclusión que allí había existido otra civilización.

También en El Jaral

No sólo en Los Naranjos han salido a flor de tierra las evidencias de la existencia de los lencas, también en El Jaral y El Edén, las piezas de obsidiana se encuentran con sólo abrir un agujero para sembrar un poste, según dicen los vecinos.

Luis Gustavo Fernández, propietario de una finca en El Jaral, mostró un mojón de piedra maciza que halló enterrado mientras preparaba la tierra para el cultivo. Posiblemente era una señal usada por los lencas, hace unos 1,500 años antes de Cristo, para marcar sus tierras, porque como ése hay otros más diseminados en el lugar, según expresó.

Igual que este mojón hay otro en los predios del Parque Arqueológico Los Naranjos, inaugurado durante la administración del presidente Carlos Roberto Reina.

Pese a su nombre, el parque no se encuentra propiamente en la comunidad de Los Naranjos, sino entre las comarcas de El Edén y El Jaral, lo cual es cuestionado por doña Ana López porque se “llevaron para allá, todo el desarrollo turístico”.

En efecto, los principales centros de atracción y servicios para los visitantes están en El Jaral por donde se entra para llegar al parque arqueológico.

Sin embargo, hay uno que otro turista que llega a curiosear los montículos que hay en el solar de los esposos López.

Testimonio de que aquí floreció la cultura lenca

Un pequeño museo donde se pueden observar piezas encontradas en el sitio sirve de entrada al parque ecológico y arqueológico Los Naranjos.

Allí vivió hace unos 1,500 años antes de Cristo un grupo de indios lencas, en una pequeña cuenca dominada por volcanes extinguidos y elevaciones montañosas de roca caliza.

Arqueólogos franceses y japoneses han puesto al descubierto parte de las estructuras de lo que fue aquella cultura, pero la mayoría de los vestigios permanece bajo tierra.

Unas escalinatas y una rampa de piedras, donde supuestamente hubo una iglesia de adoración lenca, son algunas de las estructuras que llaman la atención de los visitantes.

Aunque su experiencia arqueológica en el parque puede ser limitada, debido a que no verá mucho más que grandes montículos, el pequeño museo y una gran maqueta complementan su visita.

El parque ofrece variedad de plantas y aves, que pueden observarse desde un mirador artificial de madera.

Por una red de senderos de más de 6 Kilómetros incluyendo un sendero elevado sobre polines y un puente colgante, el visitante puede disfrutar de todos los encantos que ofrece el parque.

Si llega por el desvío de La Guama en la carretera que de San Pedro Sula conduce a Tegucigalpa, antes de Peña Blanca encontrará el rótulo marcando el desvío.

A partir de este punto, el camino es de tres kilómetros hasta la entrada al parque, ubicado en la orilla del Lago de Yojoa en la comunidad de El Jaral. Los senderos están bien señalizados y además encontrará que el parque tiene una fuerte presencia militar que garantiza la seguridad del visitante.