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'El asma no me impide venir a dar gracias”, relato de peregrina

  • 02 febrero 2018 /

Desde que era adolescente, Eustalia López es devota de la Virgen de Suyapa y pide por que la sane.

    Tegucigalpa, Honduras.

    Desde la comunidad de San Miguel, Guajiquiro, La Paz, llegó con su familia Eustalia López (de 65).

    Su visita a la Virgen de Suyapa la realiza desde hace más de cinco años como parte de su gratitud y devoción por los milagros que ha hecho en su vida. Y es que Eustalia nunca se había aventurado a visitar Tegucigalpa, pero su fe por la Morenita la experimentaba desde que era adolescente.

    “Yo padezco de asma, y eso me produce cansancio, me debilito muy rápido, pero eso no me impide venir a dar gracias a una Virgen tan hermosa como es nuestra amada Suyapa”. Desde diciembre ahorra dinero para venir con su familia a visitar a su madre celestial. Dice que a pesar del asma crónica que padece, está segura que será la Virgen de Suyapa quien le brinde la sanación, que no logra con medicinas.

    “Ella es nuestra madre, rezo el rosario todos los días”

    Juana Espinoza viajó desde la comunidad de Santa Fe, Francisco Morazán.

    Sus rodillas ya no soportan el largo trayecto que ha hecho hincada desde la entrada de la basílica menor de Suyapa hasta el altar. A mitad de camino, una señora le brinda agua para que recobre fuerza y pueda finalizar su trayecto. En su brazo derecho carga una bolsa que contiene una cobija y un abrigo que le cubra del frío durante su estadía en Tegucigalpa.

    Juana Espinoza (de 88) se subió a un bus desde la comunidad de Santa Fe, en Francisco Morazán, con solo 40 lempiras en su mano para visitar a la Virgen. “Ella es nuestra madre, yo rezo el rosario todos los días, es con la oración que yo he sanado y es gracias a Suyapa”, expresó Espinoza.

    Doña Juana vive en eterna gratitud con la patrona de Honduras, pues gracias a ella ha logrado recuperarse de varias enfermedades.

    Juana Espinoza llegó de rodillas al altar.
    “En mi casa siempre está colmada de flores”

    Don José Cruz tuvo la mitad de su cuerpo paralizado, pero la Morentita lo sanó.

    Del tamaño de un pulgar, pero tan grande como el cielo, es la descripción que le da a la Virgen de Suyapa don Jóse Cruz (de 56 años).

    Originario del municipio de La Esperanza, Intibucá, don José acude hace cinco años a la casa de la Virgen de Suyapa, como gesto de gratitud por los milagros diarios que hace la Morenita en su vida.

    “En la sala de mi casa tenemos un altar, siempre está colmada de flores y velas para agradecerle por mi sanación”. El peregrino tuvo paralizado la mitad de su cuerpo hace cinco años y mientras estaba postrado en cama solo se reconfortaba en la gracia de su madre celestial.

    “Yo le pedí que me sanara y aquí estoy, demostrándole mi fe y mi agradecimiento”, manifestó Cruz. La devoción por la Virgen de Suyapa la aprendió de su abuela.

    Don Jóse Cruz es originario Intibucá.