San Pedro Sula, Honduras.
Los vendedores del mercado Central cumplen hoy un mes de haber perdido su patrimonio en el incendio que se llevó esfuerzos, sueños y dinero de los 64 locatarios.
Ellos lloran su pérdida y agradecen la ayuda de 50,000 lempiras que les dio la Corporación Municipal para hacerle frente a la situación; pero hoy piden a las autoridades buscarles una solución inmediata porque tienen familias que mantener.
“Las personas creen que fue todo el mercado Central el que se quemó, pero todavía hay unos 49 puestos que están de pie, pero no venden porque la clientela se alejó”, dice Damián Molina, vicepresidente de la asociación de locatarios.
El problema que enfrentan también es que esos puestos no tienen energía y con las altas temperaturas la situación es insoportable, no pueden conectar ni siquiera un ventilador.
Molina recuerda que como está la situación del país, 50,000 lempiras no ajustan y les preocupa que hablan de un proyecto grande, mientras ellos no tendrán de qué vivir. “Sabemos que la alcaldía no tiene fondos para construir el mercado, entonces nos deberían permitir ir haciendo nuestro cubículo de bloques y no de madera porque de eso no queremos saber y es volver a un tercer incendio”, dice Molina.
Para Mayra Arita, otra de las afectadas, pide que les presten atención.
“La Corporación Municipal nos ha apoyado, pero nosotros queremos trabajar y nos deben permitir colocar nuestras carpas, tener luz y poder agenciarnos de fondos para sostener a nuestras familias”, dice Arita.
Nos deben permitir colocar carpas temporalmente y cuando lleguen a construir el mercado con gusto nos quitaremos para que ellos puedan trabajar, aseguró.
David Amaya, dueño de uno de los puestos de comida que no está funcionando, comentó que la situación es difícil. “Vendemos comida y no tenemos energía, tenemos que estar comprando hielo para mantener las carnes y lo que necesita refrigeración”.
Queremos que las autoridades vengan y vean nuestra situación porque nosotros necesitamos trabajar. Con estas temperaturas elevadas, la gente no quiere ni venir a comer porque no hay ventilación, refiere Amaya.
Los vendedores del mercado Central cumplen hoy un mes de haber perdido su patrimonio en el incendio que se llevó esfuerzos, sueños y dinero de los 64 locatarios.
Ellos lloran su pérdida y agradecen la ayuda de 50,000 lempiras que les dio la Corporación Municipal para hacerle frente a la situación; pero hoy piden a las autoridades buscarles una solución inmediata porque tienen familias que mantener.
“Las personas creen que fue todo el mercado Central el que se quemó, pero todavía hay unos 49 puestos que están de pie, pero no venden porque la clientela se alejó”, dice Damián Molina, vicepresidente de la asociación de locatarios.
El problema que enfrentan también es que esos puestos no tienen energía y con las altas temperaturas la situación es insoportable, no pueden conectar ni siquiera un ventilador.
Molina recuerda que como está la situación del país, 50,000 lempiras no ajustan y les preocupa que hablan de un proyecto grande, mientras ellos no tendrán de qué vivir. “Sabemos que la alcaldía no tiene fondos para construir el mercado, entonces nos deberían permitir ir haciendo nuestro cubículo de bloques y no de madera porque de eso no queremos saber y es volver a un tercer incendio”, dice Molina.
Para Mayra Arita, otra de las afectadas, pide que les presten atención.
“La Corporación Municipal nos ha apoyado, pero nosotros queremos trabajar y nos deben permitir colocar nuestras carpas, tener luz y poder agenciarnos de fondos para sostener a nuestras familias”, dice Arita.
Nos deben permitir colocar carpas temporalmente y cuando lleguen a construir el mercado con gusto nos quitaremos para que ellos puedan trabajar, aseguró.
David Amaya, dueño de uno de los puestos de comida que no está funcionando, comentó que la situación es difícil. “Vendemos comida y no tenemos energía, tenemos que estar comprando hielo para mantener las carnes y lo que necesita refrigeración”.
Queremos que las autoridades vengan y vean nuestra situación porque nosotros necesitamos trabajar. Con estas temperaturas elevadas, la gente no quiere ni venir a comer porque no hay ventilación, refiere Amaya.