Más de 100 mil birmanos inundaron el lunes las calles de Rangún sumándose a la protesta más importante en las últimas dos décadas iniciada hace una semana por los monjes budistas contra la junta militar en el poder, que amenazó con 'tomar medidas'.
En la primera reacción oficial en una semana de protestas lideradas por los monjes, un medio de comunicación estatal informó que el ministro de Religión, el general Thura Myint Maung, se reunió con altos responsables religiosos para señalarles la advertencia.
'Si los monjes incumplen las reglas y normas que estipulan las enseñanzas budistas, tomaremos medidas conforme a las leyes vigentes', afirmó la televisión estatal citando al ministro.
Fuera de la capital, diversas manifestaciones tuvieron lugar principalmente en el centro (Mandalay y Pakokku) y el oeste (Sittwe) del país. Se trata de la mayor protesta popular contra los generales desde las manifestaciones en favor de la democracia de 1988, fuertemente reprimidas.
Estados Unidos y Francia afirmaron este lunes que están siguiendo de cerca la situación en Birmania. París declaró que la junta militar es 'responsable' de la seguridad de los manifestantes, mientras que la Casa Blanca instó al régimen birmano a la 'moderación' y a fomentar el 'diálogo'.
Por su parte, Alemania expresó su 'simpatía por las personas que se están manifestando de forma pacífica'. Las dos manifestaciones que tuvieron lugar este lunes en Rangún, una en el centro y otra en el norte de la capital, reunieron a decenas de miles de personas y duraron cerca de cinco horas, en algunos momentos bajo la lluvia.
Según estimaciones citadas por algunos testigos, unas 100 mil personas participaron en la marcha del norte de Rangún, mientras que cerca de 30 mil, la mitad de ellas monjes, se manifestaron en el centro de la capital, junto a miles de curiosos que visiblemente apoyaban las protestas.
Al final de la tarde, un grupo de cerca de 800 manifestantes se detuvo a rezar delante de la barrera de 100 policías antidisturbios que bloqueaba el acceso a la casa de la opositora y premio Nobel de la Paz Aung San Suu Kyi, en arresto domiciliario desde hace más de cuatro años.
Los manifestantes no intentaron traspasar la barrera, según afirmaron varios testigos. Desde el principio de las protestas, los monjes han recibido el apoyo de conocidos artistas birmanos y han sido acompañados en las manifestaciones por una multitud de civiles.
'Este es un movimiento pacífico', rezaban las pancartas de algunos de los manifestantes en el barrio de Hledan, al norte de Rangún.
El cortejo que desfiló por el centro de la ciudad pasó delante de la sede de la Liga Nacional para la Democracia, NLD, el partido de Suu Kyi, que ganó las elecciones de 1990 pero al que los militares nunca dejaron gobernar.
Mientras los monjes desfilaban cantando oraciones de paz, los responsables de la NLD salieron del edificio y saludaron respetuosamente a la muchedumbre.'Marchamos por la gente', dijo a través de un altavoz uno de los monjes de la marcha para reiterar a continuación su petición de que no se gritaran lemas políticos, sólo plegarias de paz y compasión.
En un momento, la marcha pasó delante del 'Departamento de Guerra', perteneciente al ministerio de Defensa, pero los soldados que se encontraban en el interior se limitaron a observar de lejos a los manifestantes.
Algunos de los bonzos, vestidos con una túnica de color azafrán o rojo, llevaban banderas y símbolos religiosos, mientras que otros portaban copas de las que se servían para pedir limosna.
Las marchas de este lunes son las últimas de un movimiento de protesta iniciado hace poco más de un mes contra la junta militar a raíz de su decisión de aumentar el precio del combustible y de los transportes públicos en el pobre país del sureste asiático. Birmania ha sido gobernada por juntas militares sucesivas desde hace 45 años.