06/12/2025
11:46 AM

Cantando motiva a luchar contra el cáncer

Cantando motiva a luchar contra el cáncer

    San Pedro Sula, Honduras

    “En vez de ocultar la enfermedad debemos revelar a otros nuestra experiencia para compartir la carga de dolor”, aconseja Julissa Meléndez Güity, una hondureña sobreviviente del cáncer de mama.

    Hace dos años que Julissa sufrió el impacto de aquel diagnóstico médico que cambió su vida, mientras trabajaba en Estados Unidos donde reside con su familia.

    Al cumplir cuarenta años se hizo su primera mamografía, no porque sospechara que tenía la enfermedad, sino por exigencia médica, mas “todo salió bien”. Dos años después le practicaron el segundo examen que, igualmente, resultó negativo. Pensó que no era candidata a ser víctima de un tumor maligno, sin embargo, la tercera mamografía que se hizo, a los dos años, le dio la desagradable sorpresa.

    70%
    de los casos de cáncer se detecta en etapa avanzada. Los tipos que más afectan a las mujeres son los de cérvix, mama, estómago, cuello uterino e hígado, dicen los especialistas.

    Una biopsia que le hicieron posteriormente confirmó que la hondureña había pasado a formar parte de las estadísticas de mujeres con cáncer. Entonces comenzó un intenso tratamiento a base de radioterapia que aún no ha terminado, aunque la enfermedad ya fue conjurada.

    Lejos de doblegarse, el tratamiento la alentó a ayudar a otras personas a prevenir un cáncer para que no pasen por el trance de la dolorosa enfermedad. Para lograrlo hizo una canción dedicada a las mujeres que luchan contra un tumor maligno, la que tituló La Mujer Guerrera.

    La melodía tiene un mensaje que ella misma lleva a los pabellones de enfermos con cáncer, en hospitales como el Mario Rivas que visitó en una reciente visita a Honduras.

    Estaba planchando ropa cuando sintió la inspiración e hizo la canción que ella misma interpreta, pese a que nunca antes había cantado. Un tío suyo, que es músico, la convenció de que lo hiciera.

    Julisa nació en la aldea garífuna de Corozal en La Ceiba, de donde emigró a Estados Unidos en su adolescencia, no para buscar el sueño americano, sino para reunirse con su familia.

    Las radiaciones le causan náuseas y mareos, pero no le provocan caída del cabello. Sin embargo, mantiene su cabeza rapada por amor a los pacientes que han perdido su cabellera a causa de las quimioterapias. “Con pelo o sin pelo, no dejamos de ser bellas”, expresa. Cuando le diagnosticaron la enfermedad decidió no llorar, sino decírselo a la familia.

    “Hice una fiesta y allí le dije a todos el motivo de la reunión”. Aconseja a los pacientes con cáncer que en lugar de lamentarse, “canten, bailen y disfruten, pues la vida es bella, con la enfermedad o sin ella”.