Cada vez que llueve en El Progreso, miles de pobladores de las proximidades del río Pelo y otros afluentes pasan en vela, porque temen que las crecidas de esos caudales inunden sus comunidades debido al azolvamiento.
La lucha de esos habitantes para que draguen y embaulen el río Pelo comenzó en 2002. Con la Alcaldía han gestionado fondos, pero todo ha resultado infructuoso.
Margarita Navarro, miembro de la Red Social Permanente de El Progreso, dijo que lamentablemente no han tenido respuesta sus peticiones. “Seguimos expuestos a las crecidas de esos caudales. Esperamos que no ocurra lo peor y tengamos que lamentarnos después”.
Varios estudios realizado desde la administración de la ex alcaldesa Nelly Soliman hasta la actual de Alexander López detallan la urgente necesidad de dragar y engavionar los 7.5 kilómetros del cauce, desde el pie de la montaña Mico Quemado hasta la desembocadura en el río Ulúa.
Preocupación
Navarro indicó que en varias ocasiones pidieron ayuda a la Comisión Ejecutiva del Valle de Sula, Cevs, para lograr los fondos, pero la necesidad de los bordos no permitió que esas autoridades nos echaran una mano. Indicó que en sectores como la quebrada de Corocol y la 12 de Junio hay viviendas que han quedado a pocos metros de ser llevadas por la corriente, por lo que es necesario protegerlas con gaviones. Los pobladores no quieren que se repitan los estragos ocasionados por esos caudales durante el paso del huracán Mitch, cuando más de 200 viviendas fueron destruidas.