24/05/2025
01:09 PM

Río de bicicletas

Para tener un panorama vívido sobre el contraste entre la China antigua y la moderna sólo basta ver las bicicletas.

Para tener un panorama vívido sobre el contraste entre la China antigua y la moderna sólo basta ver las bicicletas.

A la hora de mayor tránsito matutino en Beijing y Shangai se solía presenciar un río de ciclistas a lo largo de amplios carriles para bicicletas. Hoy, muchos de esos senderos han sido apropiados por los automóviles y los autobuses.

Pese al salto chino a la modernidad, la bicicleta no ha perdido vigencia y su número sigue creciendo. Para muchos chinos el pedal es parte de su rutina: para ir a trabajar, llevar a los niños a la escuela o ganarse la vida y, desde ya, para sortear los atosigamientos del tránsito.

A medida que los chinos se enamoran de los autos y que los occidentales les pierden cariño a estos vehículos, China vuelve a consagrarse ganadora.

Según el Earth Policy Institute, un grupo de estudio sobre temas ambientales con sede en Washington, de los 130 millones de bicicletas fabricadas el año pasado en el mundo, China produjo 90 millones y exportó dos tercios. Nueve de cada 10 bicicletas que compran los estadounidenses son fabricadas en China.

En China, el papel perdurable de la bicicleta simboliza las transiciones más amplias de la nación: del campo a la ciudad, de la economía centralizada al capitalismo. La multiplicación de automóviles puede ser signo de abundancia, pero la perduración de la bicicleta es un recordatorio de que la mayoría de los 1,300 millones de chinos todavía no ha llegado a la clase media.

A la sombra de los rascacielos de Shangai y de las carreteras elevadas, son las ruedas de las bicis las que han permitido a los emigrantes como Wang Chunliang dar el gran salto del campo a la ciudad.

En Shangai y otras ciudades pueden verse por doquier los emigrantes rurales repartiendo productos, recogiendo desperdicios para reciclaje u ofreciendo en venta desde palomitas de maíz y dvd pirateados hasta libros y conejos.

China puede atribuirse muchos inventos, entre ellos los fuegos artificiales, el paraguas, el papel y la brújula, pero no la bicicleta.

Según Moghaddass Esfehani, historiador en el Instituto Técnico de Berlín, los chinos conocieron la bicicleta por medio de un funcionario aduanero llamado Binchun que visitó París en 1866 y escribió que los parisinos se movilizaban en vehículos construidos con 'dos ruedas y un tubo en el medio'.

Para ese entonces, los chinos acomodados se transportaban en rickshaw o en sillas carruajes, ambos de tracción humana. Recién después que expatriados estadounidenses y europeos empezaron a andar en bicicleta por las ciudades chinas fue cuando se extendió la costumbre, escribe Moghaddass en 'La bicicleta y el pueblo chino'.

A lo largo de tres décadas de planificación central comunista, se estimuló el uso de las bicicletas como transporte; los autobuses estaban atestados y no pasaban con frecuencia, y los taxis eran casi inexistentes.

Para los Juegos Olímpicos de Beijing, la ciudad ofrecerá a los visitantes 50 mil bicicletas en alquiler, aunque muchos senderos de bicicletas en Beijing y Shangai han sido copados por los carriles para doblar a la derecha o los reservados a los autobuses.