San Pedro Sula, Honduras.
Los fondos para los refrigerios y el material didáctico utilizados en el programa de alfabetización poco a poco comienzan a recaudarse en el instituto José Trinidad Reyes de esta ciudad.
Los estudiantes de último año del centro educativo sampedrano comenzaron hace tres semanas su trabajo educativo social, consistente en alfabetizar a adultos.
Este año, más de 600 personas están educándose con los jóvenes. Para que se sientan cómodos y no deserten, los colegiales emplean varios incentivos, por ejemplo ofrecerles refrigerio durante el receso.
En épocas calurosas, como la actual, es de gran ayuda para que los adultos no se distraigan.
Al no recibir ayuda de la Secretaría de Educación ni tener capacidad económica para costear dicha alimentación, se han dedicado a conseguir recursos por medio del reciclaje, los miércoles y jueves en la parte trasera del instituto.
Recolectan todo el plástico y lo venden a una compañía recicladora que les compra según el peso del producto.
“Esta es una doble labor ejemplar porque se permite preservar la naturaleza y generar fondos de manera honesta para los alfabetizados”, dijo uno de los estudiantes.
Los fondos para los refrigerios y el material didáctico utilizados en el programa de alfabetización poco a poco comienzan a recaudarse en el instituto José Trinidad Reyes de esta ciudad.
Los estudiantes de último año del centro educativo sampedrano comenzaron hace tres semanas su trabajo educativo social, consistente en alfabetizar a adultos.
Este año, más de 600 personas están educándose con los jóvenes. Para que se sientan cómodos y no deserten, los colegiales emplean varios incentivos, por ejemplo ofrecerles refrigerio durante el receso.
En épocas calurosas, como la actual, es de gran ayuda para que los adultos no se distraigan.
Al no recibir ayuda de la Secretaría de Educación ni tener capacidad económica para costear dicha alimentación, se han dedicado a conseguir recursos por medio del reciclaje, los miércoles y jueves en la parte trasera del instituto.
Recolectan todo el plástico y lo venden a una compañía recicladora que les compra según el peso del producto.
“Esta es una doble labor ejemplar porque se permite preservar la naturaleza y generar fondos de manera honesta para los alfabetizados”, dijo uno de los estudiantes.
