Unas 15 personas suben los tambaleantes escalones de madera para entrar a una pequeña y humilde choza de poco más de 3x3 metros, en la pobre comunidad de Cauquira, Puerto Lempira.
Cualquiera podría pensar que debido a la gran cantidad de gente que ingresó a la choza se trata de una visita, pero la realidad es otra, todas viven ahí, en un hacinamiento extremo, evidentemente.
No todos los misquitos pueden tener su propia casa y al crecer su familia se hacinan. Ana Julia Echeverría, vicealcaldesa Puerto Lempira
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Diario LA PRENSA visitó La Mosquitia hondureña para dar a conocer la situación en que viven las familias en esta olvidada región y encontró que el hacinamiento es algo común en las comunidades más pobres de la zona.
La mayoría de viviendas en las zonas más aisladas son chozas pequeñas y en varias de ellas residen numerosas familias que soportan la aglomeración con tal de tener un techo.
Imagen del interior de una choza misquita, donde se evidencia el hacinamiento extremo en que viven algunos.
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De hecho, en muy pocas chozas hay camas.La mayoría de misquitos duermen en los suelos de tabla de sus barracas.Incluso los bebés se acostumbran desde pequeños a vivir en estas condiciones, pues sin gozar de comodidades, tienen que quedarse dormidos en el suelo de las chozas.
Asfixiante. “Hay mucha pobreza en las comunidades misquitas y no todos pueden tener su propia casa. Por eso cuando las familias van creciendo a veces se ven obligados a vivir juntos y cada vez les va quedando menos y menos espacio”, indicó Ana Julia Echeverría, vicealcaldesa de Puerto Lempira.
La mayoría de misquitos viven en extrema pobreza.
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La misquita Alda Saicion cuenta que en muchas de las chozas prácticamente duermen unos sobre otros.
“Cuando no se tiene a dónde más ir, qué se puede hacer. Se duerme amontonados, la mayoría en el piso. Así vivimos aquí”, relata.
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