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Augusto Pinochet dividió la historia chilena y también partió ayer las emociones durante el adiós a sus restos.
Sus despojos recibieron la bendición sacerdotal y honores públicos en la entrada frontal de la Escuela Militar antes de ser transportados en helicóptero hasta el cementerio Parque del Mar, ubicado en la localidad costera de Concón, a 140 kilómetros al noroeste de Santiago, donde fueron cremados.
Unos cuatro mil pinochetistas asistieron a la ceremonia. Dolor, emoción y pasión caracterizaron al grupo que se enfervorizó con los discursos y atacó a detractores y a los periodistas, especialmente españoles, con insultos y botellazos.
La reacción fue apoyada por las palabras de Lucía Pinochet, hija mayor del ex dictador, quien acusó a la prensa internacional de haber perseguido a su padre. “La prensa internacional lo ha calificado en los peores términos que alguien pueda proferir a un ser humano”, afirmó.
Con lágrimas en los ojos y con vítores como “¡Viva Chile Pinochet!”, “¡Presidente Pinochet, aquí estamos otra vez!” y pañuelos blancos en alto, los seguidores interrumpieron la ceremonia una y otra vez.
El sentimiento contrario se vivió frente al palacio de La Moneda, en donde más de dos millares de miembros de organizaciones humanitarias chilenas y corrientes de izquierda se congregaron en un homenaje al extinto presidente Salvador Allende, realizado a la misma hora del funeral de Pinochet.“Queremos decir al presidente Allende que aquí está el pueblo chileno, en momentos en que ha muerto el dictador”, dijo Viviana Díaz, secretaria general de varias organizaciones que propiciaron la insurrección contra la dictadura de Pinochet entre 1973 y 1990.
Los opositores a Pinochet quemaron un ataúd y pidieron justicia a las afueras del palacio de La Moneda.
El clima festivo contrastó con un ataúd de cartón, el cual simbolizaba el féretro de Pinochet, que fue acompañado por la consigna “¡Justicia, verdad, no a la impunidad!”.
Razón de la molestia
La inquina de los pinochetistas contra los españoles se remonta al 16 de octubre de 1998, cuando el ex dictador fue detenido en Londres a solicitud del juez Baltazar Garzón, que buscaba enjuiciarlo por crímenes de lesa humanidad.
Una reportera de la televisión española y otra de EFE fueron agredidas por pinochetistas a las afueras de la Escuela Militar.
Las provocaciones se extendieron durante el funeral a otros informadores, que fueron insultados y hostigados por los seguidores de Pinochet.
Se infiltraron en las áreas habilitadas para la prensa durante el funeral con el fin de entorpecer la labor de los informadores, fotógrafos y camarógrafos.