En las zonas más pobres de La Mosquitia hondureña el sufrimiento es parte del día a día y, al final, el único “premio” por soportar tantas angustias es seguir respirando un día más.
En el interior de varias de las viejas chozas de las comunidades más pobres de Puerto Lempira hay una infinidad de recipientes de diferentes tamaños repletos de nances.
En las chozas de las comunidades más pobres de Puerto Lempira es común encontrar una gran cantidad de todo tipo de recipientes llenos de nances. Algunos tratan de venderlos, pero si no lo logran, el propio nance es su único alimento.
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Es como si la naturaleza se compareciera de los misquitos y les brindara ayuda.
Tras el naufragio en que murieron 27 personas y desaparecieron seis, pasan una época especialmente difícil, pues muchas familias quedaron afectadas.
Antes de los dos años, los niños ya sacan solos la parte comestible de los cocos.
El hambre es tanta que en comunidades como Cauquira se pueden ver cosas tan inusuales como perros peleando por devorar las sobras de un coco.
Algunas familias tratan de comercializar la bendición frutal de la zona y llenan de nances las botellas de los refrescos de tres litros para ofrecerlas a L40, pero muy pocos lo consiguen.
Conmovedor resulta que a pesar de su pobreza, de no tener nada más qué comer, en muchas casas que visité trataron de regalarme cocos o algunas de sus botellas con nances.
Sin duda, lo material que les falta les sobra de corazón.
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