06/12/2025
01:31 AM

Migrante hondureño: 'Hasta el más hombre llora por nostalgia o dolor'

Los hondureños José Romero y José Castellanos comparten su experiencia para llegar a EUA.

San Pedro Sula, Honduras.

Al preguntarle al hondureño José Castellanos si volvería a emprender la ruta migratoria como lo hizo hace tres años, su respuesta es tajante: 'No lo volvería a hacer jamás'.

En Honduras, como en otros países, se escuchan miles de historias contadas por los migrantes que han viajado ilegalmente hacia Estados Unidos, algunos lo han logrado y otros han sido deportados; pero todos coinciden en que no fue fácil. Las experiencias que vivieron en el camino los acompañarán siempre.

Así lo relata Castellanos, quien ahogado por las deudas y sin un empleo decidió un 28 de septiembre hace tres años irse ilegalmente a los Estados Unidos sin imaginarse, en ese momento, todas las dificultades que pasaría en el camino.

Salió a las 5:00 am de la colonia El Estadio, de San Pedro Sula, hacia Chiapas, México, adonde llegó a las 10:00 pm de ese mismo día.

“Yo pensé que solo era de montarse al tren y todo iba ir bien, pero hasta los mismos hondureños lo friegan allí en Chiapas, México, las maras Salvatrucha y la 18”.

José Castellanos, Migrante

Estando allí conoció a una familia que lo presentó con un “guía”, quien funge como ayudante de los coyotes. Juntos hicieron el viaje en el tren carguero mejor conocido como La Bestia.

Cuenta que las pandillas dejan que todo aquel que quiera se suba a La Bestia para luego despojarlos de sus pertenencias y exigirles la “cuota” de 100 dólares para permitirles seguir el recorrido.

Armados con pistolas, machetes, cuchillos y palos, los demás integrantes de las maras se suben al tren en una zona desolada, es entonces que muchos ilegales toman la decisión de tirarse del tren en movimiento, acción que las pandillas también hacen cuando estos no les dan el dinero.

“A mi lado iban un salvadoreño y un nicaragüense, que viajaban solos, sin ayuda ni nada. El líder de la mara Salvatrucha le pegó un machetazo al nicaragüense y lo tiró del tren porque no tenía los 100 dólares. Pude ver cómo le abrió la espalda de un machetazo”.

El guía entrega una lista a las pandillas con los nombres de quienes le pagaron las “cuotas”; quienes no están en esa lista son secuestrados o tirados de La Bestia. Desde Chiapas, México, hasta la frontera con Estados Unidos, Castellanos pagó cinco cuotas de 100 dólares.

Foto: La Prensa

Valdette Willeman, coordinadora del Centro Atención al Migrante, asegura que los migrantes se regresan solos porque los coyotes siempre los abandonan. '.

Los acechaban los pandilleros

En esa ocasión, el “auxiliar del coyote” llevaba a su cargo 54 personas. El dinero es repartido entre las pandillas y el grupo sanguinario Los Zetas.

En Coatzacoalcos, Veracruz, otra fría experiencia marcó la vida del joven de 28 años. Miembros del cartel del Golfo que se hacen pasar por migrantes levantaron a todos los que iban ya dormidos en el tren. Dividieron a los que estaban en la lista, a los que iban con ayuda de coyote y los que estaban solos.

Un señor mexicano mayor de 70 años que iba a otro estado a vender productos fue empujado en medio de las vías del tren por no tener la cuota. “Después llegamos a Celaya, adonde conocí a una hondureña que tenía tres meses de estar allí. Se vino huyendo de su marido, que era un pandillero que la quería matar. Tenía una relación con uno de los guías a cambio de su ayuda”.

La originaria de Olanchito, Yoro, fue vendida en tres mil dólares por el guía a Los Zetas. Ella sería destinada a ejercer la prostitución y pagar más del triple de lo que Los Zetas dieron por ella.

Al llegar a la frontera en Tamaulipas, el joven fue encerrado junto a decenas de migrantes en una casa llamada El Infierno. Aislados de la sociedad, comían una vez al día arroz y frijoles.

Pasaron 15 días hasta que conocieron al coyote que los iba a cruzar al otro lado y a quien le pagaron 3,500 dólares con la advertencia que quedaban debiendo 2,500 dólares más.

“Nos cruzaron el río y nos dijeron que cerca de una casa que se veía a lo lejos nos estaría esperando un carro. Pero ya de cerca eran unas 120 casas idénticas y no había ningún carro”.

Irónicamente, la persona que los cruzó por el río y los engañó es hondureño.

Luego de caminar por varias horas con siete personas más simularon una champa con la que pudieron pasar desapercibidos por el helicóptero de Inmigración de EUA.

En el recorrido se encontraron con varios hombres que aseguraban que los podían hacer llegar más rápido a suelo estadounidense si pagaban 2,500 dólares más. “Ya estábamos en Laredo, Texas, pero no habíamos cruzado la garita, que es lo más difícil. Los Zetas nos montaron a un carro de paila y nos tiramos todo el desierto, iba bañado de sangre, porque ellos se metieron en ranchos, atropellaban vacas y cerdos”.

En San Antonio, Texas, Castellanos se comunicó con sus familiares en Estados Unidos para que le ayudarán a pagar más. Así fue que el hondureño después de 30 días de dificultades logró llegar a Estados Unidos.

Un camino donde no hay respeto
San Pedro Sula. Motivado por darles un mejor futuro a su esposa e hija, el capitalino José Romero también fue en busca del llamado sueño americano. “Tuve que pagar 35,000 lempiras hasta la frontera de México con Estados Unidos.

El coyote no viajaba con nosotros, lo mirábamos cada dos días, él nos mandaba con guías que iban pagando la entrada”, cuenta.

Romero detalla que viajó como “sardina” junto a 30 personas más en dos carros doble cabina, fueron encerrados por más de 26 días en los que vivieron en condiciones deplorables.

Las promesas del coyote de que los llevaría hasta Estados Unidos hacía que Romero se emocionara y consolara a la vez.

Así pasaron los días hasta que fueron encontrados por unos policías corruptos que les exigieron al coyote y guías dinero para dejar ir al grupo de migrantes.

“En eso pasaron cuatro horas exigiendo dinero y los coyotes nunca llegaron ni los guías”. Los llevaron a la delegación hasta que Inmigración los deportó a sus países de origen.

“Después de tres meses regresé a Honduras. En ese camino no hay respeto. Allí hasta el más hombre llora por nostalgia o por dolor de ver a otras personas sufrir”, expresa..