Los cuatro hondureños que ahora se dicen ser amigos por haber vivido la peor de sus experiencias con el accidente, dijeron que lo ocurrido no los hará retroceder para seguir buscando el futuro en los Estados Unidos.
El accidente que según ellos les cambió la vida, ocurrió ayer en el kilómetro 734 a la altura del ejido Tizoc, perteneciente al municipio de Parras, sitio donde una presunta falla mecánica provocó el trenazo.
William Raudales dijo querealizó una breve mirada al cielo, se imaginó que su vida iba a terminar por el fuerte estruendo que escuchó, pensó que era un estallido.
Detalló con miedo que viajaban en los últimos vagones del tren responsable, todos estaban dormidos, nunca sintieron la velocidad excesiva con las que circulaba el tren, a lo lejos escucharon un ruido parecido a una explosión.
Lo primero que hicieron fue levantarse, pero la confusión se apodero de ellos por un momento, no hallaban si bajarse o retirarse por que sólo vieron que las gigantescas ruedas lucieron arriba de los vagones, se asustaron.
Ya estaban completamente preparados para ayudarlos y al acercarse a las máquinas, detectaron que los vigilantes no podían sacar a los ocupantes.
“Nosotros veníamos adentro recostados, yo empezaba a dormirme cuando escucho un ruido, todo se empezó a ladear mis tres amigos, pensábamos que ahí iba a terminar nuestro viaje o que nos metimos en un problema”, comentó Williams Raudales, uno de los migrantes.
Carlos Alfredo López, también de origen hondureño, señaló que en este tipo de situaciones se encuentra a sus verdaderos amigos y asegura que cuando ocurrió el accidente se buscaron y se preguntaron si estaban bien de salud y ya reunidos, todos comenzaron a caminar por un lado de la vía.
Querían llegar hasta la colisón para ayudar, pero tenían miedo de que los vigilantes o alguna autoridad fuera a detenerlos.
Dijo: “si nos dio miedo a los cuatro por que desde Veracruz quedamos que juntos llegaríamos hasta la frontera ya que es un peligro viajar sólo y con este accidente, por poco nos pasa algo grande” concluyó Carlos Alfredo.