Personalmente ha alcanzado el éxito y el pináculo profesional y familiar, pero de niño le tocó ver muy de cerca el espectro de la pobreza.
Trabajó jalando bultos y salando cueros en una curtiembre para financiarse sus estudios secundarios y universitarios.
Se trata de José Juan Pineda, actual presidente del Tribunal Superior de Cuentas (TSC), quien contó a LA PRENSA su historia de vida.
Soy originario de Puerto Cortés y nací el 12 de octubre de 1957, a los cinco años mi madre se trasladó con nosotros a San Pedro Sula, mi mamá tuvo tres hijos más, uno de ellos ya murió y por parte de padre tengo seis hermanos más. Estudié en la escuela José Trinidad Cabañas de San Pedro Sula y, después, con mi madre, siguiendo su hijo mayor nos venimos a Tegucigalpa. Mi madre era una mujer humilde que no sabía leer ni escribir, pero nos inculcó el estudio.
Disfruté mi infancia, nunca la consideré difícil, pero consideré que si no trabajaba no le podía ayudar a mi mamá y así comencé jalando bultos en el mercado San Isidro y me gustaba hacerlo, tenía 13 o 14 años.
Me metí a estudiar en el Instituto Cultura Nacional, motivado por mí mamá, ella me ayudaba en lo que podía y con lo que yo trabajaba, después trabajé en una curtiembre donde se preparan con sal los cueros crudos ensangrentados. Era una curtiembre que se llamaba Roca y quedaba allá por El Hatillo.
Los dueños compraban el cuero en Comayagüela y me tocaba a mí preparar con sal el cuero ensangrentado. Después conseguí trabajo en el Patronato Nacional de la Infancia, cuando la Lotería Nacional quedaba en el Barrio Abajo. Me preparé y aproveché realmente y en ese sentido agradezco al sindicato y al Pani porque me ayudaron (se le quiebra la voz y derrama lágrimas al rememorar esa etapa de su vida)
Comencé a trabajar de conserje y después escalé a revisar bultos de lotería, mi madre preparaba burras y yo las llevaba a vender a los compañeros y así fui escalando hasta optar a una plaza de analista de personal, luego fui jefe de Presupuesto y subjefe de Planificación en el gobierno de José Simón Azcona.
Con las prestaciones del Pani creé una empresa, un lubricentro muy conocido aquí en Tegucigalpa, Lubrilab Car y nos asociamos con el exdiputado Virgilio Umanzor.
Después que vinimos de San Pedro Sula, mi infancia la viví en el barrio Morazán, específicamente en dos calles muy famosas, que es la calle Las Maraitas y en la calle de Los Jucos y que hasta hoy está siendo pavimentada por el actual alcalde Tito Asfura. Mis hermanos crecieron ahí, y ahí conocí a mi esposa y comencé a criar a mis hijos.
Me gradué de perito mercantil, luego obtuve el título en Administración de Empresas, saqué la carrera de abogado, una maestría en negocios internacionales, he sido funcionario en diferentes instituciones del Estado, auditor de la Enee en el gobierno de Ricardo Maduro, también auditor del Infop y del Sanaa.
Sí, fui candidato a la Corte, lamentablemente no salí electo, razones no las sabría, pero creo haber tenido los méritos para ser magistrado, Dios sabe lo que hace.
Definitivamente, yo impartí clases en la Universidad Nacional Autónoma en diferentes materias de derecho, económicas y clases para los periodistas.
Yo veo que en nuestro país hay gente que va estar a favor, otros en contra y otros que lo hacen sin saber. Pero obviamente esta elección fue una de las más transparentes que ha habido.
Pues no diría que es un mal endémico en Honduras, es un mal de la humanidad porque en qué país no hay corrupción y se cuentan con los dedos donde no la hay. Hay corrupción en Europa y en Estados Unidos.
Esa pregunta me la hicieron la primera vez los funcionarios de la Maccih, y ellos dicen: hay que meter presos a los corruptos y yo personalmente les dije que a los corruptos hay que castigarlos con todo el peso de la ley, pero la corrupción no se puede extirpar en un 100%, podemos disminuirla perfeccionando los controles y haciendo responsable al funcionario y al auditor interno para que hagan bien su trabajo y así prevenir y disminuirla. No se va a eliminar, pero se puede disminuir con controles.
Yo pienso que no solamente ellos, sino todos los hondureños, porque hay personas que cometían una infracción y pagaban una mordida a los policías, aunque creo que ya no se está dando porque siento que ha mejorado eso y vamos por el camino correcto. La corrupción está en todos lados y, obviamente, los funcionarios debemos cuidar que no se dé con el patrimonio del Estado.
Pienso que si ya está acá, está jugando su rol y su papel y hay que apoyarla en el marco del convenio que firmó el Estado de Honduras.
Lo desconozco, si yo fuera parte de la Maccih me circunscribiría al contexto del convenio.
Disminuir la corrupción en Honduras.
Quiero decirle contundentemente que hasta ahora no he tenido ninguna intervención o llamada para que no investiguemos a ningún funcionario, pero tampoco vamos a acusar a alguien porque mediáticamente lo pidan.