Con paredes para escalar, pistas de patinaje sobre hielo, parques acuáticos y piscinas para hacer surf, los barcos cruceros se están convirtiendo en monstruos cada vez más gigantes que al parecer no conocen límites, y expertos pronostican que la tendencia seguirá al alza.
Pero aunque estos “megabarcos” se venden como la “experiencia fundamental” en turismo de cruceros, también acarrean potenciales inconvenientes derivados de la masiva cantidad de pasajeros que pueden transportar y que pueden convertir cualquier vacación en una ciudad atestada de gente.
Al cabo de la primera década de este siglo, en 2009, la industria habrá visto el lanzamiento de tres barcos cruceros que durante un período de tan sólo cinco años destronaron a sus predecesores como los más grandes del mundo: el “Queen Mary 2” en 2004, el “Freedom of the Seas” en 2006, y el “Genesis” en 2009.
Demanda
El “Queen Mary 2” actualmente el barco crucero más grande del mundo, pesa 151 mil toneladas y tiene capacidad para más de 2,500 pasajeros.
En junio la línea Royal Caribbean lanzará el “Freedom of The Seas”, de 160 mil toneladas y capacidad para 3.600 personas, y en 2009, el “Genesis”, de 220 mil toneladas y capacidad para 5,400 pasajeros y más de dos mil tripulantes.
“Casi todo el crecimiento (en pedidos de líneas) ha sido en este segmento” de los megabarcos, dijo Tom Degerman, vicepresidente de Aker Yards, una constructora naval noruega que desarrolla el “Genesis”, al analizar la tendencia en la convención Seatrade Cruise Shipping, la reunión de líneas de cruceros más importante del mundo. El tamaño de estos monstruos “ha estado duplicándose cada década”, dijo Degerman, destacando cómo el “Genesis”, en tan sólo tres años, duplicará el peso de su más cercano competidor, el “Freedom of The Seas”.
“Los megabarcos que llevan mucha gente desafortunadamente provocan muchedumbres en colas”, dijo Walter Littlejohn, especialista en cruceros de la empresa Chartwell, con sede en Nueva Jersey.
“Los megabarcos han permitido por primera vez a los pasajeros decir: ‘En nuestro día en alta mar no pude encontrar una silla en cubierta. Me tengo que levantar a las siete de la mañana para encontrar una silla’”, dijo el experto.
Los pasajeros “quieren saber cuán lejos es demasiado para ir a cenar, cuánto es mucho tiempo para hacer cola (...) ‘¿me voy a angustiar vacacionando en un barco que es más grande que la ciudad promedio?”, advirtió Littlejohn.
Algunos números ofrecidos para el “Genesis”, pueden parecer abrumadores, sobre todo para los administradores de puertos: el proceso de embarque puede tomar de cuatro a seis horas, se deben transportar 17 mil piezas de equipaje, habilitar unos 1,500 estacionamientos.
Incertidumbre
La demanda de los cruceros también meten miedo a los operadores turísticos locales, sobre todo en las pequeñas islas del Caribe, destino favorito de estos cruceros. Eso sin contar las amenazas a los ecosistemas en destinos turísticos.