07/07/2025
02:11 PM

Londres perturbada por la amenaza terrorista

Los usuarios en las estaciones del metro y el ferrocarril del centro de Londres parecen imperturbables o fatalistas ante la alerta terrorista que impera actualmente y que se refleja en más patrullas policiales, cámaras de vigilancia y advertencias por altoparlantes.

Los usuarios en las estaciones del metro y el ferrocarril del centro de Londres parecen imperturbables o fatalistas ante la alerta terrorista que impera actualmente y que se refleja en más patrullas policiales, cámaras de vigilancia y advertencias por altoparlantes.

En el inmenso hall de la estación Victoria, donde cada mañana desembarcan de los trenes suburbanos miles de personas, ya nadie se inquieta por los anuncios: 'señale usted todo paquete abandonado', 'el servicio está interrumpido en la línea tal a causa de un paquete sospechoso'.

'Los londinenses están acostumbrados desde hace tiempo a superar las situaciones difíciles, por ejemplo las bombas del IRA, las explosiones de 2005. Se necesita mucho más para hacerlos perder pie', asegura Stephen Clues, director de mercadeo que se dirige a su trabajo.

'Los pasajeros estaban un poco asustados el viernes al anunciarse los coches bomba encontrados en Londres, pero luego todo volvió a su lugar', añade.

Meditación

'Esta mañana antes de salir de casa estuve pensando en la situación, pero también me dije: no hay nada que hacer, de todas maneras en cualquier parte del mundo hay atentados, entonces, bueno, hay que seguir como de costumbre', asegura Wendy Winslet, abogada de 40 años.

En la entrada de la estación, un policía, vestido con una chaqueta amarilla fluorescente, agita los brazos para asegurar la fluidez del servicio de taxis: 'Todo funciona normalmente', asegura con una gran sonrisa.

Las numerosas patrullas en los transportes y la multiplicación de requisas aleatorias a las personas o automóviles, autorizadas por una ley antiterrorista, no tranquilizan al público en especial.

Control

'Me imagino que los policías hacen lo que pueden, pero la amenaza sigue ahí; yo no cambio de costumbres, no hay razón de estar estresados', afirma un joven ejecutivo apresurado.

A intervalos regulares suena una alarma en la estación del metro cercana a Victoria Station advirtiendo que su capacidad ha sido superada y hay demasiada gente. Las rejas de acceso se cierran y es necesario esperar.

Disciplinados y con mucha paciencia, centenares de usuarios se inmovilizan para formar una fila hasta que vuelvan a abrirse.