Tegucigalpa. El presidente Porfirio Lobo recibió ayer la Gran Cruz Extraordinaria con Placa de Oro, la máxima condecoración que otorga el Congreso Nacional a los dignatarios.
La ceremonia tuvo lugar en una sesión solemne en la que también el Congreso impuso a la primera dama, Rosa Elena de Lobo, la condecoración Gran Cruz con Placa de Oro por su aporte en beneficio del pueblo hondureño.
La pareja presidencial recibió nutridos aplausos luego que la presidenta en funciones, Lena Gutiérrez, les impuso el homenaje. En su discurso, Lobo reconoció que durante su gestión que está por concluir no hizo lo que había soñado hacer en beneficio del pueblo hondureño.
El gobernante aprovechó el pódium para contar algunas anécdotas y chistes que pasaron durante el desempeño como presidente del Congreso.
Lobo Sosa confesó que desde muy joven, a los 16 años, decidió y se programó que iba a ser Presidente y agradeció a Dios por haberle dado la oportunidad de dirigir por cuatro años los destinos de Honduras. “Dios decidió que yo fuese Presidente. Todos los días, todos los días de mi vida le he pedido a Él que me dé sabiduría y que no me permitiese levantarme del suelo, porque el poder a veces tiene problemas, el poder a veces cambia a la gente”, expresó.
“No hice todo lo que soñaba hacer, no tuve el tiempo, ya que hubo diferentes circunstancias que me lo impidieron”, lamentó.
“Me tocó dirigir el país en un momento complicado y, lógicamente, no tuve el tiempo de poder hacer todo lo que yo quería hacer”.
La primera dama, Rosa Elena, afirmó sentirse satisfecha de los logros alcanzados.
“Me siento satisfecha de haber cambiado las expresiones de muchos niños, de haberme esforzado, luchado y creo que este es el mejor momento de poder decirles que estoy más que satisfecha por lo logrado, siempre dije que una sonrisa de un niño no tiene precio”, comentó.
