04/12/2025
09:09 AM

La niñera con más corazón que estatura de guardería sampedrana

La niñera Karmen Alicia Caballero se confunde con los niños que cuida poniendo un especial esmero.

San Pedro Sula, Honduras

Más allá del bullicio de los locatarios y de los compradores, al fondo del mercado Guamilito, está la guardería infantil, donde la niñera Karmen Alicia Caballero se confunde con los niños que cuida poniendo un especial esmero.

La estatura que le negó la vida a causa de su enanismo, la compensa su enorme amor por los pequeños, hijos de los locatarios y locatarias que los dejan a su cuidado mientras dura la jornada laboral.

Aunque solamente tiene bajo su responsabilidad a los niños en edad maternal, pareciera que todos los 53 pequeños de la guardería fueran sus hijos porque igualmente los auxilia cuando puede.

El hijo que perdió a los 14 meses por su misma anomalía física, se ha multiplicado en los pequeños que cuida, aunque está consciente que no debe encariñarse mucho de ellos porque de repente se los llevan sus madres cuando dejan de laborar en el mercado, según dijo.

“No me encariño de uno en especial, porque no quiero quedarme llorando cuando se vaya, mejor les doy el mismo trato a todos”, comenta la mujer que oculta en su diminuto cuerpo sus 33 años.

El hombre del que se enamoró la abandonó al verla panzona. Luego ella recibió el otro golpe cuando la criatura murió a causa de una cardiopatía congénita, según le dijeron los médicos.

Era un hombre normal, mucho más alto que ella, que solo buscaba aprovecharse de la muchacha a quien nunca le gustaron los hombres chiquitos, según su relato.

Sus manos sudan a causa de su nerviosismo mientras cuenta la historia de su vida. “Es la primera vez que paso al frente a hablar”, se disculpa para dar a entender que nunca ha hecho relatos de su vida frente a más personas.

“Cuando estudiaba bachillerato en el Instituto Morazán del barrio Guamilito, “sudaba, tartamudeaba y me ponía colorada cuando me tocaba hablar frente a los compañeros”, comentó.

Por haberse convertido en madre en su juventud no pudo entrar a la universidad después de terminar su bachillerato en administración de empresas, así que se las vio “a palitos” para subsistir y ayudar a su familia.

“Por mi estatura nadie quería darme trabajo. Iba a las tiendas y me decían que no había empleo aunque en la vitrina había un letrero que decía ‘se necesitan dependientas’”.

La rechazaban los niños

Cansada de andar de aquí para allá se iba a sentar al parque, a darle aire a los pulmones ya que se cansa fácilmente por su misma condición congénita.

Cierta vez que regresó a la casa después de una corta ausencia, su madre le dio la buena noticia de que una señora de la Municipalidad había llegado a buscarla porque tenía una oportunidad para ella.

Ni corta ni perezosa corrió a la Municipalidad y al entrevistarse con la funcionaria, la colocó sin mayor protocolo como conserje en una de las dependencias.

Con el tiempo fue trasladada como niñera a la guardería del mercado Guamilito que también depende de la Municipalidad.

La administradora de la guardería, Guadalupe Euceda, dice que al principio los niños no querían irse con ella porque le tenían miedo, pero poco a poco se los fue ganando con sus demostraciones de cariño.

Ahora son los niños quienes la llaman para que juegue con ellos como si fuera una más de las niñas de la guardería que funciona además como un centro escolar en las categorías de kinder, maternal y preparatoria.

También les enseña a pintar, les da de comer en la boca para que no boten la comida, los baña, los cambia y los pone a dormir. Después de las dos de la tarde se termina el bullicio en los corredores y el patio porque todos los pequeños duermen.

El niño gato

La guardería es un oasis de paz dentro del mercado, comenta la administradora, quien ha convertido en un jardín las instalaciones por tantas plantas que ha colocado, como también por el decorado que le ha sabido imprimir.

Hasta el momento todo se ha desenvuelto con normalidad en cuanto a la salud de los niños, a excepción de un caso extraño que se dio recientemente. Resulta que un niño que ingresó a la sala-cuna lloraba como gato todas las noches, lo que llamó la atención de la administradora.

Hizo las investigaciones del caso y se dio cuenta que se trataba de una extraña enfermedad capaz de ocasionar la muerte y así se lo hizo saber a la madre.

Sin embargo, la madre no le dio la importancia debida y al poco tiempo el pequeño falleció. Afortunadamente ya estaba en la casa con un tratamiento tardío, si no hubiese sido un gran problema para la institución, dijo.

Karmen es feliz en aquel oasis, por eso teme que al llegar una nueva administración municipal la separen de su cargo porque ella es apolítica.