Los compromisos políticos y partidarios siguen anteponiéndose en los nombramientos de ciudadanos en cargos especializados.
Un nuevo caso es el del escritor y ensayista Julio Escoto, designado como director del Banco Central de Honduras (BCH).
A través de la cuenta de X de esta institución se anunció el jueves anterior la juramentación del literato como parte del directorio del ente rector de las políticas monetaria, cambiaria y crediticia del país.
Escoto ocupa la vacante que había dejado la exfuncionaria Miriam Guzmán desde el pasado 23 de enero, por lo que ahora va a devengar un salario de 301,025 lempiras mensuales.
En el organigrama del BCH, el directorio -que es el órgano de administración superior- está conformado por un presidente, un vicepresidente y tres directores, de los que solo dos estaban en funciones, uno de ellos con 29 años de servicio institucional y el otro que también se nombró por influencias políticas al margen de los requerimientos establecidos.
Se constató que en el decreto 53 que contiene la Ley del Banco Central define los requisitos para ser miembros del directorio.
“Se requiere ser hondureño por nacimiento, mayor de 30 años, no tener cuentas pendientes con el Estado, ser de notoria buena conducta, ostentar título profesional de nivel universitario”, subraya.
No obstante, la disposición añade que hay “que contar con una amplia experiencia en materias relacionadas con la economía general, el comercio internacional, la moneda, la banca, las finanzas públicas y privadas o el derecho económico”.
Esa última condicionante no la cumple Escoto, por lo que transgrede la legislación en vigor que rige al BCH.
