Tegucigalpa
Con la satisfacción de haber apoyado a la sociedad hondureña para que salga de su permanente crisis, este 30 de septiembre, después de cuatro años, Alice Shackelford deja su cargo como coordinadora residente de las Naciones Unidas en Honduras.
Desde finales de 2015 se desempeñó bajo este mismo cargo en Costa Rica. La representante de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) hizo una valoración sobre lo que ella esperaba encontrar cuando se le nombró en el puesto, de lo que encontró en la realidad y cómo ahora queda el país en materia gobernabilidad, democracia, lucha contra la corrupción y respeto de los derechos humanos.
Recordó que cuando le dijeron que venía para Honduras, estaba clara que era una nación en multicrisis, en la cual iba a tener un papel en los ámbitos del desarrollo, en lo humanitario, en la consolidación de la paz, en los temas alrededor de la democracia, del Estado de derecho.
Explicó que llegó un año y medio antes de la elección de 2021, con una clara prioridad alrededor del proceso electoral y de apoyar a Honduras y a su gente para que ese proceso electoral pudiera ser mucho más transparente.
Alice Shackelford, originaria de Padua, Italia, rememoró la fuerte politización que se había fortalecido en el curso de los años, sin un verdadero proceso de reconciliación; no obstante, había una sociedad civil activa, feministas muy dedicadas y enfocadas alrededor de los temas y de las organizaciones de derechos humanos. Luego de cuatro años como coordinadora residente, Shackelford sostuvo que en materia de gobernabilidad, Honduras continúa teniendo un reto histórico alrededor del fortalecimiento de la democracia y del Estado de derecho.
“Ahora no voy a decir cuándo inició este proceso, específicamente, pero la presencia de la corrupción, del narcotráfico en la misma política, el mecanismo de corrupción que se ha ido fortaleciendo, el uso y abuso de las instituciones públicas al servicio de grupos de poderes, no al servicio de la población, causan un gran daño”, cuestionó.
Recalcó que en el país la corrupción se ha infiltrado mucho en diferentes niveles; asimismo, hay una capacidad de ejecución muy baja de parte del Estado en términos de responder a la necesidad de la gente, o de garantizar los derechos humanos de la población.
En el momento que salió el gobierno pasado, y entró el nuevo en parte se perdió todo lo que se había hecho antes, también se cambió todo lo que estaba. Esto hace que las instituciones sean muy débiles en términos de su capacidad de dar seguimiento a las cosas. Las personas que se habían capacitado en cierto tema ya no estaban, entonces es muy difícil, en ese sentido, darle continuidad a los proyectos.
En términos de derechos humanos este gobierno se ha posicionado desde el inicio con un enfoque fuerte en ese aspecto, pero aún falta mucho trabajo por hacer. El año pasado Honduras terminó siendo el país con el número más alto de femicidios en la región.
“Este año estamos alrededor de 140. Estamos bajando, esto es importante, pero estos números son inaceptables”. También es preocupante el número demasiado alto de asesinatos y ataques a defensores y defensoras de derechos humanos. “Y no tenemos que pensar solo en la historia de Berta Cáceres, hay muchas más historias en ese sentido”.
Consideró que hay una polarización que hace muy difícil el diálogo entre gobierno y sociedad civil. “Siendo Honduras un país polarizado y politizado, la sociedad civil responde también a diferentes intereses y agendas”, dijo al referirse a cómo representantes de algunos entes civiles que antes eran muy beligerantes ahora son empleados del gobierno.
Sobre la no llegada de la comisión antimafias, sostuvo que este es un proceso largo que todavía está en diálogo.
“Honduras sigue siendo un país de multicrisis, miremos el tema del Estado de derecho, el tema humanitario; 2.8 millones de personas con necesidades de atención humanitaria, veamos el tema de migración, ¿cuántos hondureños y hondureñas siguen saliendo del país buscando nuevas oportunidades? Es un país que todavía está luchando, está intentando cambiar la narrativa para dar más esperanza a su gente. Pero el proceso todavía es muy largo”, sostuvo.