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'Fui el niño bonito de San Pedro Sula”

  • 23 septiembre 2012 /

Edgardo Iglesias llegó de Tegucigalpa para trabajar en radio, pero se encontró de repente involucrado en los quehaceres de los sampedranos.

Llegó a San Pedro Sula dos años antes de la guerra con El Salvador, trayendo de la capital un equipaje de experiencias en radio y sueños juveniles. No pasó mucho tiempo para que Edgardo Iglesias se convirtiera en el consentido de la sociedad por su proyección desde diferentes instituciones.

A los 13 años había comenzado a trastear el tornamesas de una emisora capitalina cuando todavía la tecnología del sonido giraba alrededor de los oscuros discos de acetato.

Su madre le pidió al periodista Gabriel García Ardón, por ese tiempo director de prensa de Radio Comayagüela, que le consiguiera trabajo al cipote porque se le salía de clases, y temía que fuera a perderse en la vorágine de las calles.

Ese fue solo el inicio de una carrera resonante por el mundo de las emisoras. Rápidamente pasó a Radio Centro donde comenzó operando las radionovelas que llegaban de México y Cuba, peleando con los antiguos rollos de cintas magnéticas.

Ya había ascendido a director de Radio éxitos cuando el gerente general, Manuel Villeda Toledo, lo mandó a San Pedro Sula a trabajar en las emisoras del grupo. “Si no te gusta te regresás”, le dijo su jefe, pero el ambiente de la ciudad de los zorzales lo envolvió.

“Fui el niño bonito de San Pedro Sula”, dice Iglesias al recordar el ayer cuando a sus 22 años era una figura reconocida por haberse convertido en el gerente de Emisoras Unidas y levantado el estandarte de instituciones como el Cuerpo de Bomberos y la Cámara Junior.

Por ese tiempo los personajes más destacados en San Pedro eran el comandante de la zona militar, el jefe de la policía, el comandante de Bomberos y el gerente de Emisoras Unidas, quienes participaban en cuanto evento social se realizaba en la ciudad. Casi siempre eran los mismos que actuaban como miembros del jurado calificador del Miss San Pedro y el Miss Honduras, por eso frecuentemente estaban en las páginas sociales de los diarios. “Era uno de los muchachitos consentidos de doña Norma de Funes (organizadora de estos eventos)”.

Se hizo popular entre las muchachas que aspiraban a una corona de belleza porque fue tres veces miembro del jurado calificador en el Miss San Pedro y dos en el Miss Honduras.

Al joven de cabello rebelde, le gustaba derrochar físico, mientras paseaba en su Mustang por las calles, cuando no estaba lidiando con una de las repetidoras de HRN o dirigiendo las producciones radiales.

“Me traía cada año un Mustang de Estados Unidos, hasta 1984. El último fue un Match Two que tenía dos trompetas de lujo.

Por ese tiempo la ciudad era tan reducida que yo me iba manejando desde el bar Latino a la altura de la 105 Brigada, hasta Prado Bajo y no encontraba otro vehículo de regreso”.

Asegura que por guapo no fue aceptado en las filas de voluntarios que iban a combatir en la llamada guerra del fútbol contra El Salvador. Lo habían anotado en la lista de futuros cambatientes y se aprestaba a partir al frente de batalla, pero cuando el comandante del pelotón lo vio bien arregladito le dijo: “usted es muy bonito para ir a la guerra, mejor quédese aquí ayudando en otras cosas”.

Hizo rugir al león

En la radio hizo de todo, menos de locutor porque su voz no estaba a la altura de la que tenían los grandes de ese entonces, como Antonio Mazariegos, Efraín Zúñiga Chacón y Nahún Valladares, quien todavía está vigente.

“Fui el primero en fundar un departamento de grabación en San Pedro Sula. En ese estudio nace la historia musical del fútbol porque hicimos las canciones de los principales equipo de la liga”.

La letra de la canción del Olimpia que tiene cincuenta años de escucharse es obra suya. Después se le hicieron algunos arreglos pero sin alterar su versión original, dijo.
Incluso, el rugido del león que se escucha en medio de la melodía lo logró él con unos efectos especiales que consiguió en la BBC de Londres y que en ese tiempo eran una novedad.

Siendo presidente de la filial del Olimpia en San Pedro Sula, hizo dos adquisiciones de jugadores que él considera trascendentales, la de Osman Madrid que jugaba en el Maratón y la de Darío Mejía, que llegó del Bajo Aguán. Ambos costaron 34 mil lempiras, recordó.

Con el desaparecido cronista deportivo Marco Antonio Maco Pinto y su orquesta Los Profesionales, grabaron “La chicharrita del España” con la música de una cumbia llamada La chicharrita del café.

La primera versión de “Noche de luna en La Ceiba” fue grabada por Moisés Canelo en su estudio así como “Tela” otra melodía que pegó en esa época, comentó.

Ayudó a Suazo Córdova

Iglesias se define como nacionalista, pero paradógicamente ayudó al triunfo del liberal Roberto Suazo Córdova, pues fue el autor de la canción con que el hombre de La Paz llegó a la Presidencia de la República.

“La hice a petición del licenciado Rafael Ferrari, que me dijo: ‘tenemos que hacerle algo bonito (a Suazo Córdova), porque solo le falta un poquito para ganar’”.

Como se la daba de compositor, también le hizo una canción a la que con el tiempo se convirtió en su esposa. La melodía fue grabada en la voz del locutor Rolando Ramos del Valle, por eso dice Iglesias que a él lo hizo cantante. La pareja se separó pero la canción “Pienso en ti” la sigue poniendo Rolando Ramos del Valle en su programa de música del recuerdo.

“No fui buena ficha”, recapacita Edgardo Iglesias sentado en una silla perezosa al recordar los tiempos de su juventud inquieta. Sin embargo, a pesar de su vida de deleites logró asegurar su futuro. Cuando se retiró de la radio en 1993, ya había asentado su propio patrimonio como porcicultor, piscicultor y agricultor.

“Vivo más tranquilo, ya no me sacan carrera como cuando se paraba una repetidora por falta de corriente”, dice, como tratando que la nostalgia no lo traicione.

No quiso ascender a mayor

Como bombero voluntario, Edgardo Iglesias llegó hasta el grado de Capitán, porque no quiso seguir ascendiendo. “No quise que mis subalternos me llamaran mayor, porque me parecía que eso me haría sentir más viejo”, dijo.

Sin embargo, se entregó de lleno a la institución desde que comenzó en el Cuerpo de Bomberos de Tegucigalpa.

“En San Pedro Sula, hicimos la Ley de Bomberos junto con Fuad Canahuati, el comandante Rodríguez y el doctor German Salgado, quien es el actual comandante de los voluntarios”, recordó.

Iglesias estuvo en primera fila cuando un grupo de sampedranos visionarios decidió construir el primer edificio de la sede de Bomberos en el barrio Los Andes.

“Jalamos piedra del río para construir la parte de concreto del cuartel, mientras que Octavio Santos, ya fallecido, puso toda la madera”.

Eran los albores de una institución que había nacido huérfana del apoyo de las autoridades.

Después de eso vino la construcción del edificio de Prado Alto, manifestó.

Se siente orgulloso de haber participado en el primer curso sobre espacios confinados que tuvo lugar en la colonia Fesitranh.

Cuando había desastres naturales dejaba sus funciones como ejecutivo de radio para participar en las labores de salvamento y rescate.

Cuando ocurrió el Mitch se fracturó un dedo por salvarle la vida a un ejecutivo bancario que se estaba ahogando en el río que se formó a la altura de la colonia Jardines del valle.