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Feligresía católica inicia período de Adviento

  • 01 diciembre 2013 /

El Cardenal llama a los hondureños a renovar la vida espiritual esta Navidad

Tegucigalpa. El período de preparación para el nacimiento del hijo de Dios empezó ayer la feligresía católica.

La temporada comprende cuatro domingos, hasta llegar a la Navidad, cuando católicos oran para renovar su vida y alistarse para el nacimiento de Jesucristo.

En todas las iglesias se ofreció un mensaje de paz, de esperanza. “Es lo que podríamos llamar un tiempo de la esperanza, un tiempo para cultivarla”, dijo el cardenal Óscar Andrés Rodríguez en su homilía ayer en la catedral de Tegucigalpa.

“Es un tiempo precioso para renovar, especialmente en nuestra vida espiritual. Creo que cada uno de nosotros tiene que mirar con esperanza, también nuestra Honduras; pasado un período de agitación debemos mirar con esperanza para algo mejor, contribuir todos”.

Por tal razón recomendó a ver con esperanza el futuro. “Lo opuesto de cara al futuro es el miedo, la resignación, la desesperación, que puede hacer de las personas frenadas, paralizadas, estacionadas en el pasado”.

Rodríguez invitó a los hondureños a depositar en Dios los anhelos, preocupaciones, angustias, dolores, para sanar las heridas, recomponer las relaciones rotas, abrir pasos a un futuro mejor.

Para encontrar esperanza -prosiguió- no hay que mirar a los grandes, sino a los pequeños, a los débiles, a los pobres, en los que están sin trabajo, en el hambriento.

Sentido

En su homilía, el cardenal reflexionó sobre el significado de la Navidad.

“El mensaje de la Navidad es un mensaje de paz, la antinavidad es la de aquellos que quieren sembrar violencia, odio y muerte”, manifestó.

Se vive en un anhelo de paz, pero falta amor y solidaridad. “No podemos vivir de espaldas a las situaciones, ignorando que se espera de nuestra parte”. Por consiguiente, llamó a no ser indiferente, en la inconsciencia ante la injusticia, desorientados, distraídos, en la superficialidad. Al mismo tiempo deploró que se vive en una crisis de valores.

Ante ello exclamó que hay que estar preparados. El Adviento es una oportunidad que concede Dios para hacer el bien y ayudar. “No vivir drogados de ilusiones, ni de la política ni de ningún otro tipo de compensaciones que no traen la verdadera felicidad y el sentido de la vida, que muchas veces dejan terriblemente vacíos”, reflexionó.

Por eso remarcó que es importante renovar la esperanza, para que la vida no se vuelva gris, monótona, insoportable. “Qué bello caminar con la frente en alto, sin tener que esconder mentiras, defraudación, robo, crimen; conduzcámonos como hijos de la luz, con plena dignidad”.

En su prédica, el cardenal condenó el clima de inseguridad en el país. Recomendó que para vivir mejor se requiere de la contribución de todos.