San Pedro Sula, Honduras.
El negocio del reciclaje está en crisis por la caída de los precios de materiales reciclables, como plásticos y algunos metales.
El efecto cala en más de medio millón de hondureños en forma directa, y hasta en millón y medio indirectamente.
Las circunstancias son tan alarmantes que dos empresas que se dedicaban al reciclado ya cerraron operaciones en San Pedro Sula. Otras, en cambio, luchan por sobrevivir, pero han tenido que despedir personal.
George Gattlin, presidente de la planta recicladora de materiales Invema, dice que los costos de los materiales reciclables, como botellas de plástico de refrescos, de agua, hierro, latas de refresco y cerveza, han caído en más de 50% en 2015.
“Hace un año se pagaban seis lempiras por la libra de botella de plástico. Hoy vale dos lempiras”. Por la libra de hierro se pagaba cuatro lempiras y ahora apenas 50 centavos. La libra de latas de refresco y cerveza costaba 18 lempiras y ahora está a L9.50.
En el caso del aluminio, cobre y bronce han bajado en más del 50% en lo que va de 2015.
Entre los efectos negativos que predominan figuran la disminución en las labores de recolección en un 60%, según Gattilin. Muchas personas que se dedicaban al reciclaje han desertado.
Las causas se atribuyen a varios factores: la caída del precio del petróleo, originada por la guerra de producción entre Arabia Saudita y Estados Unidos; la desaceleración económica de China, que causa una sobreproducción y, por tanto, una sobreoferta de la industria minera y metálica en el mundo.
“El reciclaje ha sido una solución a la pobreza y a los problemas sociales que enfrenta el país. Ha sacado del crimen o malos hábitos a muchos jóvenes, pero con esta situación que atravesamos hemos escuchado que muchos han vuelto a delinquir”, expresa Gattlin.
La industria es calificada como una de las grandes empleadoras del país, permitiendo un medio de subsistencia a personas de cualquier edad, género, nivel educativo e incluso discapacitados.
Afectados
Son más de 8 mil recolectores que andan en las calles y aceras diciendo a través de un megáfono: “Compro baterías, compro hierro, compro camas”, por ejemplo.
Moisés López, un recolector que vive en Río Blanco, dice que las personas no reciclan y no venden material porque se les paga muy poco.
“La gente cree que es cosa de uno, pero la verdad es que estamos perdiendo. Antes recolectábamos hasta 5 mil libras de producto reciclable a la semana y hoy apenas mil. Cuando está bueno 1,500”.
“Antes comprábamos a L2.50 la libra de hierro y la vendíamos a L3.00. Ahora compramos a 40 centavos y lo vendemos a 50 centavos”, dijo.
Moisés López pide a las autoridades que ayuden a encontrar soluciones.
Doña Jacinta Méndez, una sampedrana que recoge latas, considera que ya no es rentable porque no pagan bien y hay que dedicarse a otra cosa. “Hacemos nuestro dinero con esto, pero preocupa que nos paguen poco”, concluye.
El negocio del reciclaje está en crisis por la caída de los precios de materiales reciclables, como plásticos y algunos metales.
El efecto cala en más de medio millón de hondureños en forma directa, y hasta en millón y medio indirectamente.
Las circunstancias son tan alarmantes que dos empresas que se dedicaban al reciclado ya cerraron operaciones en San Pedro Sula. Otras, en cambio, luchan por sobrevivir, pero han tenido que despedir personal.
George Gattlin, presidente de la planta recicladora de materiales Invema, dice que los costos de los materiales reciclables, como botellas de plástico de refrescos, de agua, hierro, latas de refresco y cerveza, han caído en más de 50% en 2015.
“Hace un año se pagaban seis lempiras por la libra de botella de plástico. Hoy vale dos lempiras”. Por la libra de hierro se pagaba cuatro lempiras y ahora apenas 50 centavos. La libra de latas de refresco y cerveza costaba 18 lempiras y ahora está a L9.50.
En el caso del aluminio, cobre y bronce han bajado en más del 50% en lo que va de 2015.
 Las compañías como Invema generan empleo a miles de familias que se dedican a reciclar.
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Las causas se atribuyen a varios factores: la caída del precio del petróleo, originada por la guerra de producción entre Arabia Saudita y Estados Unidos; la desaceleración económica de China, que causa una sobreproducción y, por tanto, una sobreoferta de la industria minera y metálica en el mundo.
“El reciclaje ha sido una solución a la pobreza y a los problemas sociales que enfrenta el país. Ha sacado del crimen o malos hábitos a muchos jóvenes, pero con esta situación que atravesamos hemos escuchado que muchos han vuelto a delinquir”, expresa Gattlin.
La industria es calificada como una de las grandes empleadoras del país, permitiendo un medio de subsistencia a personas de cualquier edad, género, nivel educativo e incluso discapacitados.
 Son alrededor de 12 tipos de materiales los que se reciclan en la actualidad, según los encargados.
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Son más de 8 mil recolectores que andan en las calles y aceras diciendo a través de un megáfono: “Compro baterías, compro hierro, compro camas”, por ejemplo.
Moisés López, un recolector que vive en Río Blanco, dice que las personas no reciclan y no venden material porque se les paga muy poco.
“La gente cree que es cosa de uno, pero la verdad es que estamos perdiendo. Antes recolectábamos hasta 5 mil libras de producto reciclable a la semana y hoy apenas mil. Cuando está bueno 1,500”.
“Antes comprábamos a L2.50 la libra de hierro y la vendíamos a L3.00. Ahora compramos a 40 centavos y lo vendemos a 50 centavos”, dijo.
Moisés López pide a las autoridades que ayuden a encontrar soluciones.
Doña Jacinta Méndez, una sampedrana que recoge latas, considera que ya no es rentable porque no pagan bien y hay que dedicarse a otra cosa. “Hacemos nuestro dinero con esto, pero preocupa que nos paguen poco”, concluye.
