Santa Rosa de Aguán, Honduras.
Desde octubre de 2006, pobladores de este municipio denunciaron problemas que amenazan sus vidas producto de la desviación del río Aguán. Las repercusiones ya se están sintiendo.
Gloria Posadas, secretaria del comité de gestión de riesgo, informó que se percataron del problema durante la temporada de invierno de 2006 y decidieron hacer una caminata a lo largo del río para determinar la fuente del desvío. “Antes pasábamos por la vieja entrada a Santa Rosa de Aguán sobre una plancha y de pronto vimos que cambió el color del agua y pasamos incomunicados un mes. Sabíamos que eso no era normal porque en invierno pasábamos incomunicados una o dos semanas como máximo”, explicó.
Un grupo de habitantes hizo varias inspecciones por el río y detectó dos boquetes.
Una de las aberturas fue cerrada por un empresario de Tocoa, de acuerdo con Posadas, porque se encontraba en su propiedad. El otro agujero está afectando las vidas de unos 17,000 habitantes en San Rosa de Aguán.
La desviación forzada del río ha perjudicado los cultivos, la ganadería y los hogares cercanos. “Ya no contamos con agua para consumo humano. Ahora, las bombas traen agua salada y cargada de óxido de hierro”, aseveró la delegada.
La biodiversidad del cauce del río se ha ido muriendo. “Pedimos encarecidamente al Gobierno que haga un estudio de impacto ambiental y se sancione directamente a los responsables de este desastre”.
Acciones
La designada presidencial Lorena Herrera expresó que el problema ya es conocido por el Gobierno y tomará medidas para solventarlo. “Sabemos que el río ha sido desviado 69 kilómetros”, señaló. Afirmó que ya han tomado parte la Fiscalía, la Secretaría del Ambiente y otras instituciones del Estado.
Una comisión liderada por la Organización de Desarrollo Étnico Comunitario (Odeco) recorrió la semana pasada el boquete en el río Aguán con el fin de documentar los daños y determinar un plan de acción.
Desde octubre de 2006, pobladores de este municipio denunciaron problemas que amenazan sus vidas producto de la desviación del río Aguán. Las repercusiones ya se están sintiendo.
Gloria Posadas, secretaria del comité de gestión de riesgo, informó que se percataron del problema durante la temporada de invierno de 2006 y decidieron hacer una caminata a lo largo del río para determinar la fuente del desvío. “Antes pasábamos por la vieja entrada a Santa Rosa de Aguán sobre una plancha y de pronto vimos que cambió el color del agua y pasamos incomunicados un mes. Sabíamos que eso no era normal porque en invierno pasábamos incomunicados una o dos semanas como máximo”, explicó.
Un grupo de habitantes hizo varias inspecciones por el río y detectó dos boquetes.
Una de las aberturas fue cerrada por un empresario de Tocoa, de acuerdo con Posadas, porque se encontraba en su propiedad. El otro agujero está afectando las vidas de unos 17,000 habitantes en San Rosa de Aguán.
La desviación forzada del río ha perjudicado los cultivos, la ganadería y los hogares cercanos. “Ya no contamos con agua para consumo humano. Ahora, las bombas traen agua salada y cargada de óxido de hierro”, aseveró la delegada.
La biodiversidad del cauce del río se ha ido muriendo. “Pedimos encarecidamente al Gobierno que haga un estudio de impacto ambiental y se sancione directamente a los responsables de este desastre”.
Acciones
La designada presidencial Lorena Herrera expresó que el problema ya es conocido por el Gobierno y tomará medidas para solventarlo. “Sabemos que el río ha sido desviado 69 kilómetros”, señaló. Afirmó que ya han tomado parte la Fiscalía, la Secretaría del Ambiente y otras instituciones del Estado.
Una comisión liderada por la Organización de Desarrollo Étnico Comunitario (Odeco) recorrió la semana pasada el boquete en el río Aguán con el fin de documentar los daños y determinar un plan de acción.